Page 35 - El valle de los Cocuyos
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puedes verlo en la noche, pues es invisible a la luz del sol. El Pajarero es un
habitante de la noche. Durante el día irá a tu lado pero no lo verás.
El asombro de Jerónimo no tenía límites y sonrió pensando que sería muy
divertido caminar junto a un compañero invisible.
—A lo mejor vas a encontrar a algunos de mis viejos amigos; diles que los
recuerdo siempre —dijo la anciana a Jerónimo.
Se abrazaron fuertemente y el niño partió.
La mañana era clara y el perfume de las flores del valle traía a Jerónimo un
retazo del pasado, una caricia leve que tocaba su corazón llevándolo a otro
tiempo, pero sin revelarle nada. Un toque de luz, un segundo de luz, pero no
más; como un ave que quisiera volar desde los velos oscuros de sus recuerdos
perdidos sin conseguirlo jamás.
Jerónimo llegó a la cueva, pero no vio ni rastro del Pajarero Perdido. Lo llamó
una y otra vez, nadie le contestó. Colocó la mochila sobre una piedra y fue hasta
los árboles cercanos porque oyó pisadas sobre las hojas secas. Nada, el lugar
estaba desierto. Regresó a la cueva y vio que su mochila había desaparecido y
que en su lugar había una plumita de azulejo .
—Ah, ya sé que eres tú, Pajarero, quien ha robado mi mochila —dijo Jerónimo
conteniendo la risa.