Page 59 - El valle de los Cocuyos
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—¿De qué? —preguntó Jerónimo intrigado.
—Son los pájaros del Olvido, pájaros que nacen de las entrañas del volcán de
Piedra, del agua del Olvido.
—¿Son peligrosos? —volvió a preguntar el niño.
Si dormimos cerca de ellos, pueden robarnos los sueños.
Ladronas de sueños, eso eran las aves de negro plumaje que los miraban con sus
ojos blancos.
Se alejaron de los pájaros del Olvido y pasaron la noche bajo un frondoso árbol
de café que crecía solitario en la frontera del mundo verde de Jerónimo y el
mundo árido y sombrío del Espíritu del volcán de Piedra.
El árbol de café extendió sus ramas para dar espacio al viejo y al niño. Luego,
aquellas se entretejieron formando una barrera de protección y los frutos rojos se
encendieron como lamparitas.
—¡Qué bello eres! —dijo Jerónimo al cafeto.
—Niño, háblame de Anastasia —dijo el cafeto con voz dulce.