Page 55 - El valle de los Cocuyos
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mundo parecía tan interesado en salvarlos de las garras del Espíritu del volcán de

               Piedra; por qué aun él mismo sentía en el fondo de su corazón un gran amor por
               esas aves que ni siquiera conocía. Él, como los colibríes, como Halcón
               Peregrino, como Silbo Brumoso o el Pajarero Perdido, estaba dispuesto a lo que
               fuera con tal de salvar a los pájaros rojos.





               Era ya mediodía y el Pajarero Perdido dijo que debían ponerse en marcha.

               Halcón Peregrino iría siguiéndolos desde lo alto y los colibríes se dispersarían
               simulando hacer su vida normal en el follaje. Se alejaron mientras Silbo
               Brumoso los despedía con un canto dulci-triste.
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