Page 53 - El valle de los Cocuyos
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—¡Vaya, qué suerte! —exclamó el cuidandero—. Nunca pensé que vinieras.
               Viajas tanto que pocas veces tenemos el placer de verte, Halcón Peregrino. ¡Ah!,
               me olvidaba de presentarte a Jerónimo. A su lado está el Pajarero Perdido, a

               quien no ves, pero de quien habrás oído hablar.





               —El hijo del valle de los Cocuyos y el buscador de los alcaravanes —dijo la voz
               potente del halcón.






               Jerónimo miró con respeto al ave.






               —Si quieres que te ayude a buscar al Espíritu del volcán de Piedra, solo tienes
               que decírmelo, Pajarero Perdido —volvió a tronar la voz del halcón.





               La mano invisible del Pajarero Perdido acarició su plumaje en señal de

               agradecimiento.





               —Cada vez estás menos solo, Pajarero Perdido —dijo Silbo Brumoso
               alegremente.






               —Aún faltan los colibríes —dijo Halcón Peregrino.






               —¡Si son muy pequeños! —exclamó Jerónimo sin poderse contener.
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