Page 51 - El valle de los Cocuyos
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Silbo Brumoso dijo al Pajarero Perdido que corría un rumor entre las aves de las
montañas Azules: el Espíritu del volcán de Piedra venía en camino.
—¿Cómo haré para luchar contra él? Si vuelve a sumergirme en el agua del
Olvido, moriré —dijo la voz dolorida del Pajarero.
—Es verdad que es muy difícil enfrentarse al Espíritu del volcán de Piedra —
dijo Silbo Brumoso desconsolado.
—¿Por qué? —preguntó Jerónimo.
—Porque es una sombra, el Espíritu del volcán es una sombra —dijo el Pajarero.
—¿Una sombra de qué? —volvió a preguntar el niño.
—De nada. Es una sombra en sí misma —dijo Silbo Brumoso solemnemente.
Jerónimo no comprendía muy bien; sin embargo, no hizo más preguntas y
propuso que el Pajarero atacara a la Sombra durante el día, cuando él era
invisible.
—El Espíritu del volcán desaparece durante el día, y con él los alcaravanes, a
quienes envuelve en su cuerpo de sombra —dijo el Pajarero.