Page 72 - El Bosque de los Personajes Olvidados
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—Pero…
—Y además, ése no es el punto. La cosa es que tú no tienes respeto alguno por
mi trabajo, por el esfuerzo que he puesto en él, ni por…
—¡Ay!, qué dramático. ¿Nunca ha pensado escribir teatro en vez de narrativa?
Me he dado vueltas por su cabeza y sé de una obra que trata de un hombre que se
cree perro y también de otro…
—Volviste a interrumpirme.
—Justo igual que usted a mí.
—Te exijo que me respetes.
—¿Y por qué, si usted no lo hace?
—Porque en alguien tiene que caber la razón.
—¿Y por qué no en usted, que es quien me inventó?
—Pues porque…, sencillamente porque… No estamos hablando de eso. Lo que
yo digo es que has destrozado mi texto; nada es como yo creí que iba a ser y
ahora no tengo idea de cómo van a terminar las cosas.
—Oh, vamos, cálmese. Tampoco lo tome así. Sabe que es bastante sencillo
eliminarlo todo. Basta con oprimir algunas teclas y esto terminará. Mi historia
sólo quedará como un recuerdo en su memoria y podrá reconstruir esa vida en la
que todo, según usted, sería “perfecto”.
—No, no puedo hacer eso.
—Realmente sí, conoce los pasos para borrarme.
—Eso sería un crimen, algo así como un homicidio.
—A los personajes nos pasa todo el tiempo. Un buen día nacemos en la mente de
los creadores de arte y, poco a poco, vamos tomando forma. Construimos una
identidad de la mano de quienes nos concibieron. Algunos somos literarios,
tenemos la sangre y la carne hechas de letras; otros son pinturas, dibujos,