Page 85 - El Bosque de los Personajes Olvidados
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—Bueno, no olvides que estamos en la segunda parte del libro, ¿okay?, así que

               iniciar, lo que se dice iniciar. como que no.

               —¡Oh!, es cierto…


               —Pero no te desanimes.


               —No lo haré, pues sé que pronto, muy pronto, como algunos dicen por aquí,
               habrá un libro con mi nombre en la portada, y el mundo dejará de pensar en el
               azul de inmediato al referirse a un príncipe. No en balde mi color está de moda:
               represento la ecología, la esperanza; vamos, incluso se me podría asociar con la
               tendencia vegana.


               —Sí, sí, pero es hora de que empieces a narrar mi historia a través de ti.


               —De acuerdo. Es que no me lo creo. Al fin el mundo conocerá la fantástica
               historia del Príncipe Verde; ¿o suena mejor: el maravilloso Príncipe Verde?,
               como que da un aire a “encantador”, “valiente” y demás, ¿no?


               —Algo, pero recuerda que se trata de mi historia narrada por ti, no de la tuya,
               porque éste es mi libro.


               —Sí, ya sé… ¿Qué opinas?: ¿sería mejor comenzar con mi nacimiento?, ¿con mi
               primera aventura?; o, como tú, podría escribir cinco capítulos de lo que pasó
               antes de que naciera, o…


               —¿Por qué no mejor empiezas ya?, pero sin olvidar que este libro se llamará,
               posiblemente, La princesa que escribió su propia historia, o sea yo, y que, por lo
               tanto, se debe tratar de mí y no sólo de ti.


               —¡Ahhh!, tienes razón —escribió el príncipe con desgano en la pantalla.


               —No te preocupes, Príncipe Verde, estoy segura de que pronto, muy pronto,
               alguien más escribirá tu historia. Dale tiempo a algún escritor.


               —Pero es que llevo así muuuuuuuuuchos años. Y el tiempo avanza y avanza y…


               —No deberías preocuparte por el tiempo. Ya ves a Ricitos de Oro, continúa
               siendo una niña y ya casi tiene doscientos años. Mejor, comienza antes de que el
               lector se aburra.
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