Page 21 - Un poco de dolor no daña a nadie
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CADÁVERES
BUDY fue el primero que vio el cadáver. Lo tomó con el hocico y entró en el
comedor con su cuerpo inerte. Lo soltó en el piso recién trapeado y a mamá casi
se le cae la cuchara con la sopa caliente al dar un grito. Ahí, frente a nosotros, se
hallaba una paloma muerta.
—¡Saca ese animal de aquí! —exigió, pero no entendí bien si se refería a Budy o
al ave. Me levanté y espanté al perro para que saliera. Con una servilleta de
papel y venciendo el asco, la agarré por una patita y la tiré en el bote de basura
que está a un lado del jardín.
—Perro mañoso. Mira nomás qué costumbres está agarrando —agregó mamá.
Nadie quiso comerse el caldo de pollo, que parecía delicioso hasta hacía algunos
minutos. Papá ordenó que el perro no entrara en la casa. Todos asentimos,
mientras yo me preguntaba: ¿quién mató a la paloma?
Se acercaba el cumpleaños de Luz María y había un ambiente tenso y
emocionante en casa. Mamá y Andrea se esmeraban en hacer manualidades para
la fiesta. La mesa estaba llena de papeles, fomi, globos, hilos, tijeras, cascarones
de huevo, pinturas de varios tipos, pinceles y lentejuelas.
Estaba jugando con el balón en el patio, cuando divisé el hámster en una
esquina. Me acerqué; parecía una ratita, pero más peluda. Y empezaba a oler
mal. Le avisé a mamá y me preguntó de dónde lo había sacado.
—¡Épale, estaba ahí tirado! —me apresuré a responder—. Se ha de haber
escapado de alguna jaula.
—Tíralo a la basura antes de que lo vean las niñas. Le voy a decir a tu papá que
algo raro está pasando aquí.
Aguantando aquel olor a podrido, lo levanté con una hoja de periódico y lo eché
en el bote.