Page 173 - El disco del tiempo
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Philippe y Marco intercambiaron una mirada.


               —De cualquier manera —prosiguió Dimitri—, su estancia en Creta llega a su
               fin, según lo que convinimos. Mañana volarán a Atenas y continuarán en sus
               ciudades de origen el plan que pactamos: la redacción de un informe con intento

               de desciframiento y su publicación en el espacio cibernético. Supongo que mi
               amigo Marco acompañará a su compatriota en el retorno a México.

               —Supone mal, profesor. Yo tengo un itinerario diferente, no contraje con usted

               el compromiso que hicieron Nuria y Philippe. Tomaré un crucero para visitar las
               Cícladas y seguiré hasta Estambul.

               —Les deseo un feliz viaje. Aquí nos despedimos. Yo iré a tratar de ayudar a mi

               amigo, y ustedes continuarán con su vida y sus estudios, en México y en Francia.

               —Adiós, como decimos en griego: antio!






               —Escuchen, todo está muy raro —dijo Marco mientras los tres jóvenes
               caminaban por la calle Daidalou, en cuyo número nueve estaba situada la
               editorial de Mijalis.


               —¿A qué te refieres? —preguntó Nuria.


               —A que es extrañamente casual que cuando ustedes llegan a Creta involucrados
               con el Disco de Festos, éste es robado.


               —¿Y? —apuró Philippe.


               —Y en todas las escenas, ahora sí que del crimen, siempre está presente su
               famoso profesor Dimitri.


               —Cierto —concedió Philippe.


               —¿A dónde quieres llegar? —dijo Nuria.

               —A que el robo del Disco de Festos y el contacto que hizo Dimitri con ustedes,
               para invitarlos a un viaje todo pagado a Creta, además de la inculpación de

               Mijalis… forman parte del mismo plan.
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