Page 171 - El disco del tiempo
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—El contemplador de lo que ha visto tantas veces: anathroon a opoopen, en la
lengua de los dioses.
—¿Y qué ha visto tantas veces?
—El cielo estrellado, ¡oh princesa!
Y Sikelia, en la arena húmeda y oscura trazó el signo del cielo Escudo redondo
con los siete astros principales del conocimiento de su tiempo: el Sol y la Luna
omnibrillantes, Hermes mensajero, amorosa Afrodita nacida de la espuma, Ares
varonil, Zeus, que amontona las nubes, de astros coronado y Cronos, devorador
circular, hijo del cielo.
Sikelia trazó el signo del cielo , el mismo que se imprimía en las vasijas del
ceremonial del vino del palacio de Knossos en los tiempos de oro de la
talasocracia, el mismo signo que servía para designar el ojo, embebido de
estrellas como estaban los ojos de la princesa y el artífice… el mismo signo que
podía figurar a esos contempladores incansables de lo visto, a esos peces de aire
que son los hombres, los anthroopoi, de redondos ojos y ligeros pies… círculo
en el rostro, círculo vivo, boca abierta al pronunciar la vocal de la admiración,
¡oh mirador que se mira!, ¡oh letra inscrita en la piel del tiempo!
La noche de Trinacria transcurrió lenta y dadivosa sobre la piel del artífice y de
la princesa. Amaron y durmieron, como la Aurora de rosados dedos y ropaje
azafranado, que ama a los mortales. Y sobre la arena enternecida por la amorosa
de Titón, Sikelia dibujó la letra del padre resplandeciente, el día. La letra que era
la forma de su isla y la de la boca del padre de los ríos, el Gran Verde, allá en
Egipto . Dédalo besó sus labios y acarició sus paisajes y le dio las gracias por sus
dones… Sikelia y la isla del Sol se vestían de colores diversos con la primera luz
de la mañana. El artífice y la princesa se levantaron, con las ropas y el cabello
memoriosos de la arena y dejaron tras sí, inmortales y efímeros, los signos
trazados durante la noche veneranda y la trémula aurora.
—Mijalis ha sido un imprudente —dijo Dimitri—. Desde su editorial ha lanzado
opiniones incendiarias e incluso amenazas. El hecho de que las autoridades
británicas se hayan negado a devolver, ni siquiera en préstamo, los mármoles del
Partenón para la Olimpiada del año 2004 lo abrumó. Publicó que él se encargaría
de custodiar personalmente el Disco de Festos… y en general, los tesoros de