Page 167 - El disco del tiempo
P. 167

—Ahora siguen los extraterrestres —le murmuró Marco a Nuria al oído. Mijalis

               estaba tan exaltado que no se dio cuenta del escepticismo del joven.

               —¿Italia? ¿Egipto? ¿La India? —el impetuoso cretense desgranaba nombres
               como en una letanía—, los barcos ligeros de Minos alcanzaron todos los puntos

               imaginables después del gran sismo y de la erupción del volcán de la isla de
               Thera. ¡Santorín! ¡La muerte y la resurrección del mundo! Fundaron colonias,
               intercambiaron conocimientos y cultura con los habitantes autóctonos,
               esparcieron por el mundo el legado de Creta. No íntegro, por supuesto,
               fragmentos gloriosos, piezas del rompecabezas, historias convertidas en mitos,
               mitos encarnados en historias, recuerdos, cuentos, viejas prácticas y nuevas
               fantasías… querencias, creencias, maneras de emocionarse y de decir…


               Golpes vigorosos en la puerta interrumpieron al cretense. Mijalis fue a abrir,
               maldiciendo al que osaba interrumpir su discurso exaltado.


               Después de unos minutos, en que los jóvenes escucharon unas voces masculinas
               hablar en griego y vieron palidecer a Dimitri, regresó Mijalis, con el rostro
               visiblemente alterado.


               —Es la policía. Debo acompañarlos.


               —¿Por qué? —preguntó Dimitri.

               —Robaron el Disco de Festos.


               Sin dar más explicaciones, Mijalis tomó su saco y salió apresuradamente de la
               editorial KPHTH.
   162   163   164   165   166   167   168   169   170   171   172