Page 163 - El disco del tiempo
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que no se devanen los sesos inútilmente, les haré una comparación… Cuando el

               poderío tecnológico norteamericano creyó cruzar su última frontera, esto es, la
               del espacio exterior, envió un mensaje a los posibles habitantes de mundos
               lejanísimos… un mensaje hecho de música, fórmulas matemáticas, dibujos y
               palabras de buena voluntad en diversos idiomas… ¡Un Disco de Festos de la era
               espacial!


               —¿A dónde quiere llegar, Mijalis? —preguntó Philippe.


               —A una conclusión poco ortodoxa. El Disco de Festos no pertenece al final del
               periodo minoico medio —como lo ubicaron tanto Evans como Pernier— sino al
               helenismo, esto es, siglo IV a.C., y que en Festos los griegos colocaron un
               mensaje para la posteridad, con “muestras” de diferentes periodos. El disco lleva
               dibujos, signos claros, intencionados para ser comprendidos por cualquiera,
               como los iconos de las computadoras, y es en ese contexto de mensaje-
               importante-para-quienes-lo-quieran-o-sepan-leer, que se deben ubicar los
               intentos de desciframiento.


               Un breve silencio prendió a las cinco personas en la penumbra de la imprenta de
               Mijalis. Los jóvenes habían acudido puntuales a la cita con Dimitri en el museo
               de Herakleion. Sin grandes explicaciones, el profesor los había llevado en taxi a
               la imprenta de su amigo. Una imprenta pequeña, a la antigua, con el
               inconfundible olor del papel, los operarios trabajando en la habitación trasera, un
               pequeño mostrador con los ejemplares de las ediciones expuestas, y el nombre
               de la visceral casa editora cuyo corazón era el corpulento Mijalis:―KPHTH
               (Creta).


               —Así que hasta ahora —continuó Mijalis— se ha enfocado el Disco de Festos
               como otra piedra de Rosetta, sin versión trilingüe, como si se tratara de
               jeroglíficos que han de ser descifrados al estilo de los egipcios, para tratar de
               reconstruir una lengua desconocida, la que hablaron Minos, Ariadna, Pasífae y
               Fedra… ¡la lengua de los minoicos! Eso ha apartado a los estudiosos de un
               hecho simple e incontrovertible: ¡el Disco de Festos está escrito en griego!

               Griego antiguo, o griego arcaizante, que cualquier hablante helénico podría
               entender, como los hispanoparlantes entienden el Cantar de Mio Cid o los
               francófonos La chanson de Roland. ¿Continúo?


               —¡Por supuesto, Mijalis, esto es fascinante! —exclamó Philippe antes que
               Dimitri tradujera su última parrafada.
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