Page 158 - El disco del tiempo
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tenía quebradas las rodillas y el mar era un traidor de aguas revueltas. El
ateniense liberó a sus compatriotas, todos habían sido respetados por la furia del
Agitador de la Tierra, por lo que Teseo supo de qué lado se encontraba en esos
momentos el favor de los dioses. Al norte, hacia Atenas había que enfilar la nave
de blancas velas, pero antes…
Teseo quiso apuñalar el corazón de la ciudad abierta y doblegada por el
terremoto. Se puso al frente de sus compañeros y de un grupo de descontentos y
miserables y saquearon Knossos, penetraron en el cuerpo desmayado del Palacio
de las Hachas Dobles, arrancaron el oro y la plata, arañaron con sus espadas los
cuarteados frescos, se comportaron no como dioses ni como héroes, sino como
hombres sedientos de venganza, apetitosos de su parte de riquezas desvaídas y
rasgadas… Todo eso había sido previsto en el Disco de Dédalo.
Minos los enfrentó con su dignidad de viejo rey. La cabeza llena de polvo, los
ojos enrojecidos de llorar a Pasífae, la gavilla comandada por un ateniense selló
la paz con la talasocracia y Teseo dijo a Minos:
—Regresaré a Atenas en la misma nave que me trajo, mis compañeros irán
conmigo, como símbolo vivo del fin de los tributos con que nos afligiste, ¡oh
rey!
—Se hará como dices, tu padre Poseidón te protege, mientras destruye mi isla
con su cólera.
Minos dio la espalda a Teseo y no se volvieron a ver. El rey asumió los trabajos
de reconstrucción de la ciudad y la construcción de una flota para navegar hacia
Trinacria, matar a Dédalo y fundar la nueva Knossos.
Teseo marchó a Amnissos para embarcarse rumbo a Atenas. Al llegar al puerto,
invadido como estaba por tantos portentos, no reparó en el hecho de que los
marinos habían frotado el casco y las velas de su nave con betún para
preservarlos del salitre. Al embarcarse, recordó el día de su llegada y cómo se
había lanzado al mar para recuperar el anillo de Minos, pensó que, al llegar a
Atenas, organizaría una procesión para arrojar solemnemente un anillo de oro al
Pireo, como símbolo de sus bodas con las aguas marinas y el inicio de la
talasocracia ateniense. Comenzaría ritos nuevos, ayudaría a su padre en el
gobierno de Atenas y saldría a comerciar, como Minos, en las cuatro direcciones
del mar. Creta estaba acabada, pero su prestigio podía ennoblecer a la casa de los