Page 35 - El disco del tiempo
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esas muñecas de madera a las que imprimo ingeniosos pero burdos movimientos
con que entretengo a la familia en las tardes largas. Tú eres hija del Sol. Pide a tu
padre que te ayude o haz violencia a tu deseo y amordázalo.
—Es fácil hablar cuando tu cuerpo no se ha convertido en teatro de la venganza
de un numen. No puedo hacer nada, simplemente ir al toro y yacer con él como
lo hice con Minos.
—Ordénamelo como mi Potnia, como mi reina, y pondré manos a la obra, ¡oh
Brillante! —dijo Dédalo, el arquitecto, el escultor, el genio de Knossos.
—Te lo ordeno.
Y Dédalo labró una primorosa vaquilla de madera, poniendo en el simulacro la
técnica con la que lo habían marcado los dioses.
Enseñó a Pasífae cómo introducirse en el artificio. El toro cumplió la venganza
de Poteidan y la reina tuvo un hijo, que ella llamó secretamente Asterión y los
hombres Minotauro: el toro de Minos.
—Estas cosas se interpretan —le enfatizó Marco a Nuria—. No debe leerse
literalmente un mito, hay que buscar lo que oculta, romper el texto, descifrar el
enigma.
El largo vuelo intercontinental había acercado a los dos jóvenes mexicanos que
viajaban en un avión cargado de gringos, como diría Marco. Nuria no le había
explicado el motivo de su viaje, pero sí comentado la lectura que estaba
haciendo, y el joven aprovechaba su formación de historiador para quedar como
sabio ante su compatriota.
—Por supuesto —dijo ella—, yo tenía una vaga idea de la historia del
Minotauro, pero no sabía bien a bien como estuvo el asunto.
—Hay historiadores que han planteado la existencia de cultos relacionados con
la luna en la isla de Creta. Eso y el matriarcado. Desde ese punto de vista,
Pasífae sería una sacerdotisa de la luna que ritualmente se desposaba con el rey
sagrado, que podía traer una máscara de toro o algo así. El rey sagrado moriría al
día siguiente, por supuesto, ajusticiado con esas hachas dobles en forma de