Page 57 - Diario de guerra del coronel Mejía
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quedar a hacer la guardia sin entrar a misa.


               La ventaja de que el padre oficiara de espaldas es que podías quedarte dormido
               en misa sin que te dijera nada. O bien, podías escaparte un ratito a la calle. Esto
               fue lo que hizo el Coronel en cuanto pudo, pues tuvo el presentimiento de que

               algún enemigo podría estar cerca. En cuanto llegó a mi lado tomó su rifle y me
               preguntó:

               —Su reporte, cabo.


               —Sin novedad, mi Coronel.


               Entonces apareció por la esquina un hombre muy güero y el Coronel pensó que
               podía ser alemán. Era igualito a uno que salió en la propaganda que dieron en la
               escuela, ésa de los nazis.


               —Cinco días de arresto por no reportar al enemigo —me regañó—. Y eso que el
               hombre apenas había mostrado la cara. Luego, el Coronel esperó a que el señor
               se acercara, y le empezó a hablar en alemán.


               —Bach. Beethoven. Brahms.


               El hombre se rió y dijo una palabra con ch que seguro no sacó del alemán. Y
               siguió de largo.


               Apenas volvió el Coronel al lado de su madre en el interior de la iglesia, ésta
               aprovechó que el padre estaba de espaldas para darle con los nudillos en la
               cabeza a mi Coronel. Luego, todo siguió en paz. Pero yo puse mucha atención en
               mi guardia desde ese momento hasta que se terminó la misa.


               Al regresar a la casa, el señor Mejía, quien no asistía nunca a misa con su señora
               porque afirmaba ser socialista (aunque la verdad es que no quería perderse los
               partidos de futbol en la radio), recibió a su esposa con la noticia de que el tío
               Manolo había vuelto por fin de Venezuela. Un telegrama confirmaba la noticia.


               El Coronel no conocía al tío Manolo en ese entonces. El tío se había ido a
               Venezuela en 1930, varios años antes de que naciera el Coronel, y sólo por lo
               que platicaba su madre es que lo ubicaba. De todos modos, por lo que había
               oído, no creía que el tío Manolo fuera a ser mucho de su agrado. Para empezar,
               el tío Manolo era actor, y buena parte de su vida fue también payaso (el Coronel
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