Page 65 - El hotel
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Azucena, que llevaba días sin ponerse nada en la cabeza pero que no por eso
dejaba de ser la que más mandaba, se levantó de un salto y sacó esa sonrisa tan
suya que ocultaba siempre una gran idea.
–¡Ya lo tengo! Tenemos que conseguir que venga a hospedarse alguien con
mucha categoría, una duquesa o una millonaria. Mejor: una duquesa millonaria.
–¿Y de dónde sacamos una duquesa millonaria? –preguntó el tío Manolo.
–Alguna encontraremos.
–¿Nadie conoce una duquesa millonaria?
Nos pusimos a pensar.
Y así estábamos cuando el señor X entró en el comedor con el informe en la
mano. Llevaba un paso muy diferente al de otros días, más lento y pesado, y
arrastraba su maletín. Agitó el informe en el aire y todos palidecimos.