Page 77 - portafolio Fabian
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            huesos.  Hay  dos  grandes  subtradiciones  serranas,  tomando  como  elemento  de  juicio  su  industria
            lítica: la Lauricocha, que abarcó desde el Callejón de Huaylas hasta Junín; y la que agrupa los sitios
            hallados  en  Cajamarca  y  San  Martín,  que  presenta  una  industria  en  la  que  destacan  los  buriles,
            escasos en la subtradición Lauricocha.

            Las armas y utensilios que elaboraron fueron puntas de proyectil con forma de hoja, triangulares y
            otras  con  espinas  laterales.  Es  probable  que  hayan  colocado  estas  puntas  sobre  astas  de  madera
            para utilizarlas como dardos en la cacería de cérvidos (ciervos) y camélidos. En la preparación de
            pieles  usaron  raspadores.  Las  astillas  de  piedra  o  lascas  con  un  borde  cortante  natural  sirvieron
            como  cuchillos  para  cortar  pieles  o  carne.  Utensilios  más  grandes  y  pesados  fueron  usados  como
            machacadores para romper y extraer la médula y grasa de los huesos largos.

            Las viviendas inicialmente usaron las cuevas y abrigos rocosos en forma natural. Hacia el 7000 a.C.,
            empezaron a arreglar las cuevas con barreras de troncos y ramas a la entrada y más adelante, con
            muros  pequeños  de  piedra.  En  el  interior  se  hicieron  fogones  y  hornos  similares  a  los  empleados
            para la pachamanca. También se enterraba a los muertos. Se han estudiado pocos sitios al aire libre
            en las altas planicies; estos debieron de existir durante las estaciones secas como campamentos de
            corta duración.

            3.3 La tradición selvática

            Siguiendo con Historia Peruana (sf) aunque se conoce poco de los orígenes de las primeras culturas
            en la zona de la selva, la cultura Chachapollas, que se desarrolló en el oriente del Perú, nos podría
            servir para representar a estos primeros pobladores.

            La  cultura  Chachapoyas se  desarrolló  entre  los  800  d.C.  y  1570  d.C.  en  el  noreste  del  Perú.  Sus
            territorios  se  extendieron  unos  trescientos  kilómetros  a  lo  largo  de  las  actuales  regiones  de
            Amazonas  y  San  Martín.  La  etapa  en  la  que  florecieron y  establecieron  su  identidad  es  conocida
            como Chachapoya Clásica, desde el 800 d.C. hasta la invasión incaica cerca del año 1470 d.C.

            La  cultura  Chachapoyas  se  desarrollaron en  un  aislamiento.  Sin  embargo,  hay  evidencias  de  que
            esporádicamente interactuaron con otros grupos que habilitaban al norte y el oeste del río Marañón.
            Los  restos  hallados  tanto  de  su  producción  artística  como  arquitectónica  parecen  sugerir  que
            descendían de inmigrantes andinos que adaptaron su cultura ancestral al nuevo medio. El desarrollo
            relativamente aislado de los Chachapoyas llegó a su fin cuando en el siglo XV fueron dominados por
            los incas.

            Los habitantes de la cultura Chachapoyas dependieron de la agricultura del pastoreo, la caza y la
            recolección para su subsistencia. Además,  basaron  su  economía  en  la  producción  doméstica  de
            cerámica y de textiles. La producción y el intercambio de alimentos ayudaban a consolidar las redes
            sociales y las alianzas entre las poblaciones.

            Se sabe poco de la cultura Chachapoyas respecto a su religión, sobretodo antes del dominio inca.
            Sin embargo, la complejidad de la arquitectura funeraria indica la importancia que esta cultura dio a
            los  antepasados  y  a  la  muerte.  Se  han  detectado  dos  patrones  funerarios  en  esta  cultura: el
            sarcófago y el mausoleo.

            Desarrollaron un lenguaje simbólico con motivos geométricos característicos en forma a triángulos,
            rombos,  serpenteados  y  ornamentos  cuadrados,  que  aparecen  sobre  las  viviendas  circulares  en
            frisos de piedra. Los símbolos fueron de valor significativo, tanto a nivel étnico como social.
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