Page 138 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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132                 CONQUISTA  DE  HALICARNASO



                             CONQUISTA  DE  HALICARNASO
          Ahora,  después  de la  disolución  de  la  flota,  era  doblemente  importante^para
       Alejandro  ocupar  todas  las  regiones  de  la  costa,  todas  las  ciudades  marítitaas,
       todos  los  puertos,  con  objeto  de  llevar  a  cabo  el  bloqueo  continental  con  el  que
       esperaba  contrarrestar  el  poder  naval  de  los  persas.  En  las  costas  del  mar  Egeo
       aún  quedaba  por  ocupar la  Caria  y en  ella  la  ciudad  de  Halicarnaso,  importantí­
       sima por la posición que ocupaba a la entrada de aquel mar y por el  hecho  de  ha­
       berse  concentrado  en  aquella  ciudad  fortificadísima,  dispuestos  a  hacer  resisten­
       cia, los  últimos  restos  del poder persa  en  el Asia  Menor.
           La  Caria  había  caído  hacía  como  unos  cincuenta  años,  en  tiempo  de  Arta-
       jerjés  II,  bajo  la  dominación  del  dinasta  Hecatomnos  de  Halicarnaso,  que
       aunque  era  nominalmente  un  sátrapa  persa,  ejercía  poco  menos  que  un  poder
       independiente y  estaba  dispuesto  a hacer  valer  esta  independencia  por las  armas,
       a  la  primera  ocasión  que  se  le  presentase;  había  trasladado  su  residencia  al  inte­
       rior  del  país,  a  la  ciudad  de  Milasa,  y  se  las  había  arreglado  para  extender  consi­
       derablemente  su  dominación  desde  allí.  Su  hijo  y  sucesor  en  el  poder,  Mausolo,
       prosiguió los  planes  de  su  padre  y  acrecentó  su  poderío  y  sus  riquezas  por  todos
       los  medios  a  su  alcance;  habiéndosele  encomendado  también  la  Licia,  dominaba
       dos  importantes provincias  marítimas  del Asia Menor;  esto  hizo  que  pusiese  todo
       su  empeño  en  seguir  desarrollando  su  poder  marítimo  —ya  su  padre  había  lu­
       chado  contra  Chipre,  siendo  nauarca  persa—;  Mausolo  volvió  a  trasladar  su  resi­
       dencia  a  la  ciudad  marítima  de  Halicarnaso,  que  agrandó  mediante  la  fusión
       de  seis  pequeños  lugares;  fué  él  quien  provocó  la  guerra  de  los  confederados
       contra Atenas,  para  debilitar el  poder  naval  de  este  estado;  ambicionaba  quedarse
       incluso  con  la  ciudad  de  Mileto.  Después  de  morir  su  hermana  y  esposa  Arte­
       misa,  que  les  había  sucedido  en  el  poder  según  la  costumbre  caria,  se  hizo
       cargo  del  gobierno  el  segundo  hermano,  llamado  Idrieo;  favorecido  por  las  cir­
       cunstancias, logró mantener su dominio  sobre las  islas  de  Quíos,  Cos  y Rodas.  Le
       siguió su hermana y esposa Ada,  pero a los  cuatro  años le  fué  arrebatado  el poder
       por  su  hermano  menor  Pixodaro,  el  cual  sólo  dejó  en  sus  manos  la  fortaleza  de
       Alinda,  situada  en  las  montañas  de  la  Caria.  Pixodaro  abrigaba  la  intención
       de  prepararse  para  luchar  por  la  independencia  de  su  país  mediante  una  alianza
       con  el  reino  de  Macedonia,  cuyos  planes  con  respecto  al  Asia  no  eran  ya  un
       secreto  para  nadie.  Llegó  a  acuñar  oro  con  su  propio  nombre,  derecho  que  ■—se­
       gún  la  opinión  general—  no  competía  a  ningún  sátrapa,  y  esto  demuestra  cuán
       seguro  se  consideraba  ya  en  la  realización  de  sus  designios.  Las  disensiones
       surgidas en la  corte  de  Filipo  vinieron  a  entorpecer  sus  planes,  y  en  vista  de  ello
       accedió a los deseos del rey de los persas y casó  a  su hija  con el  noble  persa  Otón-
       topates,  el  cual  pasó  a  ser  regente  de  la  dinastía  caria  a  la  muerte  de  Pixodaro,
       ocurrida  en  el año  335.
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