Page 134 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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128           OCUPACION  DE  LAS  COSTAS  DEL  ASIA  MENOR

      jónicas,  a  Alcímaco,  hermano  de  Lisímaco,  con  una  cantidad  igual  o  aproximada
      de  tropas  y  la  orden  de  derrocar  en  todas  partes  a  la  oligarquía,  restaurar  el
      régimen  del  pueblo,  poner  en  vigor  de  nuevo  las  antiguas  leyes  y  eximir «  las
      ciudades  de  los  tributos  que  venían  pagando  a  los  persas.  Sin  duda  como  reper­
      cusión  de  estas  expediciones,  fué  derribada  también  en  Quíos  la  oligarquía,  al
      frente de la  cual  se hallaba Apolónides;  en la  isla  de  Lesbos  fué  derrocada  la  tira­
      nía  en  Antisa  y  Eresos  y  Mitilene  se  aseguró  por  medio  de  una  guarnición  ma-
      cedonia.
          Alejandro  permaneció  todavía  algún  tiempo  en  Efeso,  estancia  que  debió  de
      hacerle  doblemente  gustosa  el  trato  con  Apeles,  el  más  grande  de  los  pintores
       de  aquella  época;  fué  entonces  cuando  se  pintó  el  cuadro  de  Alejandro  con  el
       rayo  en la  mano,  que  decoró  durante  mucho  tiempo  el  templo  de  Artemisa.  Bu­
      llían en  su  cabeza  toda  una  serie  de  planes  encaminados  a  favorecer las  ciudades
       en  que  habían  florecido las  artes  griegas;  ante  todo,  ordenó  que  fuese  restaurada
      la  ciudad  de  Esmírna,  destrozada  desde  la  época  de  la  destrucción  llevada  a
       cabo por los  reyes  lídicos,  que  se  construyese  un  muelle  para  unir  a  la  ciudad  de
       Clazomene con la isla que le servía de puerto y que se horadase la lengua  de tierra
       que  separaba  a  Clazomene  de  Teos,  para  que  los  barcos  no  tuviesen  que  dar  un
       rodeo  tan grande por el cabo  Negro.  Esta  obra  de  ingeniería  no  llegó  a  realizarse,
       pero  mucho  tiempo  después  seguían  celebrándose  en  aquel  istmo,  en  un  bosque-
       cilio  consagrado  al  rey  Alejandro,  los  torneos  organizados  por  la  “liga  de  los  jo-
       nios”  a la  memoria  de su libertador.
           Después de sacrificar una vez más en el templo de Artemisa y de pasar revista
       a  sus  tropas,  equipadas  con  todas  sus  armas  y  dispuestas  en  orden  de  batalla,
       partió  al  día  siguiente al  frente  de  su  ejército,  formado  por  cuatro  ilas  de  jinetes
       macedonios,  la  caballería  tracia,  los  agríanos,  los  arqueros  y  como  unos  12,000
       hoplitas  e  hipaspistas,  por  el  camino  de  Mileto.  Esta  ciudad,  dotada  de  un
       espacioso puerto, tenía enorme importancia para la  flota persa,  al acercarse la esta­
       ción tardía  del año,  si  es  que estaba  decidida  a  defender el  mar Egeo.  El  coman­
       dante  de  la  guarnición  persa  de  Mileto,  el  griego  Egesístrato,  había  dirigido  un
       mensaje  a  Alejandro  ofreciéndole  entregarle  la  ciudad,  pero,  informado  de  la
       proximidad  de la  gran  flota  persa,  lo  había  pensado  mejor  y  había  decidido  con­
       servar  para  los  persas  aquella  importante  ciudad  portuaria.  Razón  de  más  para
       que Alejandro  estuviese  resuelto  a  conquistarla  a  toda  costa.
           Mileto  estaba  situada  en  un  istmo  al  sur  del  golfo  Látmico,  como  unas  tres
       millas  más  abajo  de  la  punta  de  Micale  y  a  cuatro  de  la  isla  de  Samos,  que  se
       ve emerger en el horizonte sobre el  mar;  la  ciudad  misma,  dividida  en  los  barrios
       exteriores  y el  núcleo  interior,  defendido  por  fuertes  murallas  y  profundos  fosos,
       se  desplegaba  sobre el  mar,  con  cuatro  puertos  naturales,  el  mayor  y  más  impor­
       tante  de  los  cuales  era  el  de  la  isla  de  Lade,  un  poco  alejado  de  la  costa;  este
       puerto,  lo suficientemente  grande para  albergar  a  toda  una  flota,  dió  más  de  una
       vez  motivo  a  que  se  librasen  combates  navales  en  sus  inmediaciones  y  a  que
       fuesen decididos  con su  ocupación;  los  puertos  más  próximos  a  la  ciudad  estaban
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