Page 130 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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124           OCUPACION  DE  LAS  COSTAS  DEL  ASIA  MENOR

       encontrado  la  muerte  al  servicio  del  enemigo;  en  cambio,  los  prisioneros  helenos
       fueron  cargados  de  cadenas  y  enviados  a  Macedonia  para  que  se  les  destinase  a
       trabajos  forzados  en  las  obras  públicas,  por  haber  peleado  en  contra  del  apuerdo
       común  de  la  Hélade  y  a  favor  de  los  persas  enemigos  de  Grecia;  sólo  fueron
       perdonados  los  tebanos.  El  rico  campamento  persa  cayó  en  manos  de  Alejandro;
       éste compartió el botín de la victoria con sus aliados y envió a  Olimpia,  su  madre,
       algunos de los  cálices  de oro,  de los  tapices  de púrpura y de  otros  objetos  valiosos
       que  se  encontraron  en  las  tiendas  de  los  príncipes  persas;  en  memoria  de  los
       primeros  veinticinco  caballeros  caídos  en  la  lucha,  ordenó  que  el  escultor  Lisipo
       fundiese  otras  tantas  estatuas  de  bronce  para  ser  expuestas  en  Dion.  Y  envió  a
       Atenas  trescientas  armaduras  completas  como  ofrenda  a  Palas  Atenea,  con  esta
       inscripción:  “Alejandro,  hijo  de  Filipo,  y  los  helenos,  con  excepción  de  los  lace-
       íemoniós,  de los  bárbaros  del  Asia” .
           La  victoria  del  Gránico  puso  fin  a  la  dominación  de  Persia  del  lado  de  acá
       del  Tauro,  destrozó  y  abatió  de  tal  modo  el  poder  combatiente  de  las  satrapías
       colocadas  como  avanzada  del  imperio,  que  ya  no  se  atreverían  a  volver  a  enfren­
       tarse  en  campo  abierto  con  los  macedonios;  podían  darse  también  por  vencidas
       las  guarniciones  persas  de  las  grandes  ciudades  de  esta  parte  del  imperio,  dema­
       siado  reducidas  para  poder  hacer  frente  a  un  ejército  victorioso.  Añádase  a  esto
       que muchos caudillos de los  persas,  entre los  que  descollaba  sobre  todo  el  sátrapa
       libio,  habían  caído  en la  batalla;  que Aristes,  el  hiparca  de  la  Frigia  helespóntica,
       se quitó la vida poco después de la acción del  Gránico, por vergüenza y por miedo
       a  la  responsabilidad,  y,  finalmente,  que  aquellas  importantes  costas  caerían  con
       mayor  facilidad  en  poder  de  los  macedonios  porque  en  las  ricas  ciudades  griegas
       del  litoral  quedaban  todavía  hombres  de  sentimientos  democráticos  a  quienes
       ahora  se  les  brindaba  la  ocasión  de  liberarse  del  yugo  persa  y  de  los  oligarcas
       afectos  a  la  causa  del  imperio.


                OCUPACIÓN  D E  LAS  COSTAS  OCCIDENTALES  D EL  ASIA  M EN O R
           Alejandro no podía dudar ni un momento del rumbo  que debía  tomar ahora,
       para  explotar  del  modo  más  ventajoso  y  potenciar  las  consecuencias  de  su  vic­
       toria.  Un  rápido  avance  sobre  las  tierras  del  interior  del  Asia  Menor  habríale
       permitido  conquistar  vastos  territorios,  un  gran  botín  y  nutridos  contingentes
       humanos;  pero la  finalidad  por él  perseguida  era,  sencillamente,  destruir  el  poder
       del  gran  rey;  ya  operaba  en  el  mar  Egeo  una  flota  persa  que,  si  Alejandro  se
       hubiese  internado  por  el  país,  habría  podido  maniobrar  a  espaldas  suyas,  apode­
       rarse  de  las  costas  y  establecer  contacto  con  la  Hélade.  Tiempo  había  de  seguir
       avanzando tierra adentro;  para ello necesitaba contar con una base  de  operaciones
       lo más ancha y segura que fuese posible;  si sólo  se apoyaba  en el  Helesponto  para
       seguir su marcha hacia el  oriente, las  satrapías bañadas  por  el  mar  Egeo  seguirían
       en  manos  del enemigo,  el  cual  podría,  desde  ellas,  hostilizar  su  flanco.  Era  nece­
       sario,  antes  de  seguir  adelante,  ocupar  toda  la  costa  occidental  y  meridional
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