Page 240 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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234                     ALEJANDRO  EN  PARTIA

      que  eran  debidos  a  su  lealtad  para  con  Darío;  a  Artabazos  lo  conocía  desde  los
      tiempos en que había encontrado asilo en la corte de Pella, en unión de su cuñado,
      el  rodio  Memnón;  aquel  grande  persa  hallábase,  desde  entonces,  bastante  fami­
      liarizado con el carácter occidental; Artabazos y sus hijos pasaron a  ocupar puestos
      muy  honrosos  al  lado  de  Alejandro,  junto  a  los  macedonios  más  distinguidos.
      Con ellos  había  venido  a  presentarse a  Alejandro,  Autofrádates,  el  sátrapa  de  los
      tapurios;  se le  recibió  también  dignamente  y se  le  confirmó  en  su  satrapía.  A  la
      par  que  Artabazos,  llegó  una  embajada  de  los  mercenarios  griegos  que  habían
      peleado  al  lado  de  Darío,  con  plenos  poderes  para  capitulan ante  el  rey  en
      nombre de todas las  tropas de su unidad;  ante la  respuesta  recibida  de  que  el  cri­
      men  cometido  por  quienes,  rebelándose  contra  la  voluntad  de  toda  la  Hélade,
      habían luchado  a  favor  de  los  bárbaros  era  demasiado  grande  para  que  pudiera
      admitirse  capitulaciones  con  ellos  y  que  lo  que  tenían  que  hacer  era  rendirse  a
      discreción  o  buscar  el  modo  de  salvarse  como  mejor  pudieran,  los  plenipoten­
      ciarios  declararon  que  estaban  dispuestos  a  rendirse  y  que  Alejandro  enviara  con
      ellos  a  alguien  bajo  cuya  dirección  pudieran  venir  todos,  seguros,  a  su  campa­
      mento.  Alejandro  designó  para  el  desempeño  de  esta  comisión  a  Artabazos,  su
      guía  en la  retirada  de  Thara,  y  a  Andrónico,  uno  de  los  macedonios  más  presti­
      giosos, cuñado  del negro  Clito.
          No  ignoraba Alejandro la  extraordinaria  importancia  que  tenía la  satrapía  de
      Hircania,  el  valor estratégico  de  sus  desfiladeros  y  de  sus  costas,  ricas  en  puertos
      y  abrigos,  la  utilidad  de  sus  magníficos  bosques  para  la  construcción  de  navios.
      Ya  por  aquel  entonces  ocupaba  su  espíritu  el  gran  plan  de  una  flota  en  el  mar
      Caspio,  de  líneas  comerciales  entre  estas  costas  y  las  del  oriente  de  Asia,  de  un
      viaje de exploración por aquel mar, y más aún que esto, la  necesidad de encontrar
      medios fáciles  de comunicación  entre las  anteriores  conquistas  y las  futuras  expe­
      diciones  militares  requería  la  ocupación  perfecta  de  aquella  región  montañosa
      rica  en  pasos  que  domina  las  márgenes  meridionales  del  mar  Caspio.  Alejandro
      habíase  asegurado  inmediatamente  la  posesión  de  los  desfiladeros  situados  en  la
      región  de  los  tapurios;  a  Parmenión  se  le  encomendó  la  misión  de  que,  con  el
      cuerpo  de  ejército  que  había  quedado  en  la  Media,  penetrase  en  el  país  de  los
      caducios  por  la  Media  septentrional  y  los  pasos  caspios  occidentales,  bajando
      por allí- hasta el mar, para abrir un camino que comunicase la Armenia y la  Media
      con  el  valle  del  Cur  y  el  mar  Caspio.  Desde  allí  debía  seguir  a  lo  largo  de  la
      costa  hasta  Hircania,  incorporándose  más  adelante  al  gran  ejército.  Los  mardios,
      tribus  que  probablemente  daban  nombre  al  río  Amardos,  no  se  habían  sometido
      aún;  el  rey  decidió  salir  a  darles  la  batalla  sin  más  demora.  La  gran  masa  del
      ejército  se  quedó  en el  campamento,  mientras  él,  al  frente  de  los  hipaspistas,  de
      las  falanges  de  Coino  y  de  Amintas,  de  la  mitad  de  las  fuerzas  de  caballería  y
      de la unidad recién formada de los acontistas  de a caballo,  marchaba a lo largo  de
      la  costa  hacia  el  oeste.  Los  mardios,  en  cuyos  bosques  jamás  había  puesto  la
      planta  un  enemigo,  considerábanse  completamente  seguros  y  creían  que  el  con­
      quistador  venido  del  occidente  se  hallaba  ya  camino  de  la  Bactriana.  Grande
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