Page 420 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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PO LITICA   IN TER IO R   DE  ALEJANDRO        417
      mutua  asimilación  de  las  necesidades,  costumbres  e  ideas,  el  comportamiento
      positivo  y  la  convivencia  de  nacionalidades  antes  divorciadas:  todo  ello  contri­
      buyó  a  que  fuera  desarrollándose  una  vida  social  completamente  nueva;  y  del
      mismo  modo  que  en  nuestro  tiempo  ciertas  ideas,  premisas  y  conveniencias,  des­
      cendiendo hasta las mismas  modas,  atestiguan la  unidad  del mundo  civilizado,  en
      aquella  época  helenística  y  bien  podemos  suponer  que  bajo  formas  análogas  fué
      abriéndose paso un mundo nuevo y homogéneo que imponía lo mismo en las ribe­
      ras  del Nilo  que  en  las  del Jaxartes  las  mismas  formas  convencionales,  considera­
      das como las de la buena sociedad y las del mundo culto.  La  lengua  y las  costum­
      bres  áticas  eran  la  pauta  de  las  cortes  de  Alejandría  y  de  Babilonia,  de  Bactra  y
      de  Pérgamo.  Y  cuando  el  helenismo  perdió  su  independencia  política  frente  al
      estado romano,  empezó  a  conquistar  en  Roma  la  hegemonía  de  la  moda  y  de  la
      cultura.  Por  todo  ello,  podemos  afirmar  con  razón  que  el  helenismo  constituye
      Ja primera unidad universal con que nos encontramos  en la historia.  Mientras  que
      el imperio  de  los  Aqueménidas  no  era  más  que  un  conglomerado  puramente  ex­
      terno de masas de países cuyas poblaciones sólo se mantenían aglutinadas por  una
      igualdad de sojuzgamiento,  en los  países  del helenismo  se  conservó,  incluso  cuan­
      do  se  desintegraron  para  formar  reinos  o  imperios  independientes, ^ la  unidad
       superior de la cultura, del gusto, de la moda  o  como queramos  llamar a  este  nivel
       constantemente  cambiante  de  ideas  convencionales  y  de  costumbres.
          Los  cambios  políticos  influyen  siempre en  los  estados  morales  en  proporción
       a la participación de pocos,  de muchos  o de  todos en las  funciones  del  estado.  El
       mismo  estancamiento  histórico  que  había  tenido  a  los  pueblos  del  Asia,  hasta
       entonces,  atados  a  las  formas  políticas  más  obtusas,  las  de  un  régimen  despótico
       y jerárquico, hizo que, al principio y en una parte considerable, permaneciesen mu­
       dos  y  pasivos  ante  el  inmenso  cambio  desencadenado  sobre  ellos;  y  el  hecho  de
       que Alejandro  se  plegase  en  muchos  aspectos  a  su  tradición y  a  sus  convicciones
       revela cuál era el único camino por el que se podía conseguir que aquellos  pueblos
       fueran remontándose sobre sí mismos.  Claro  está  que el  resultado  de  estos  esfuer­
       zos  fué  muy  distinto  según  el  carácter  de  los  diversos  pueblos,  pues  mientras  los
       uxios y los  mardios  tuvieron  que  aprender ante  todo  a  labrar la  tierra,  “los  hirca-
       nos  a  vivir  conyugalmente  y  los  sogdianos  a  mantener  a  sus  padres  en  la  vejez,
       en vez de matarlos” ,  el egipcio ya  se había acostumbrado a vencer su  repugnancia
       contra los extranjeros que no vivían en régimen de castas y el  fenicio a  acabar con
       los  horrores  de  sus  sacrificios  a  Moloch.  Sin  embargo,  sólo  la  época  subsiguiente
       pudo ir creando poco a  poco  un  modo  nuevo y  uniforme  de  ser,  de pensar y  de
       vivir,  tanto  más  cuanto  que  para  la  mayoría  de  los  antiguos  pueblos  del  Asia  la
       base  de  la  moral  y  de  las  relaciones  personales  y  jurídicas,  que  para  los  helenos
       de esta época  parecía cifrarse  ya,  exclusivamente,  en  la  ley positiva  o  en  el  cono­
       cimiento  progresivo  de  los  principios  éticos,  seguía  siendo  la  religión,  con  sus
       normas fijas  e  imperativas.  Ilustrar a los  pueblos  del  Asia,  arrancarles  los  grilletes
       de la superstición y de la  fe y la devoción serviles,  despertar en ellos la  voluntad y
       la capacidad  de  seres  inteligentes  y  conscientes  de  sí  mismos  y  exaltar  esas  cuali­
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