Page 147 - Anónimo. - Leabhar Ghabhala - Libro de las invasiones [1988]
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      de la gran muchedumbre del pueblo de Israel, y las difi­
      cultades que pasaban. Más adelante les dijo que había pac­
      tado  su  amistad  con  ellos,  y  dijo  les  enviaría regalos  de
      comida y provisiones. Así lo hizo. Moisés y Aaron, con
      su gente, se sintieron muy agradecidos por aquella acción.
        129.  Entonces  Gaedheal,  a quien ya hemos  mencio­
      nado, era un niño pequeño; sucedió que una serpiente ve­
      nenosa se  enroscó  en  su  cuerpo, por lo  que estaba a un
      paso  de  la muerte,  y  todos  temieron  que moriría a me­
      nos que fuera salvado rápidamente. Su gente le dijo a Nel
      que debería de llevarlo ante Moisés, puesto que tenían un
      ( >acto de amistad, y conocían los portentos y grandes mi-
      agros  que  Dios,  por medio  de  Moisés,  había realizado.
      Así se hizo;  Moisés  rezó  rápidamente y con  gran vehe­
      mencia a Dios, cuando le llevaron el niño, y golpeó con
      el famoso bastón sobre la serpiente hasta que la partió en
      dos. El niño quedó libre al momento. Tenía un anillo ver­
      de  sobre  su  cuerpo  en  los  lugares  que  la serpiente  se  le
      había enroscado, por lo que desde entonces y hasta el día
      de su muerte se le llamó también «glas». Moisés bendijo
      al joven para que  desde ese momento ninguna serpiente
      pudiera  dañarle,  ni  tampoco  a  sus  descendientes  nunca
      más, y ninguna serpiente viviría en el lugar donde sus des­
      cendientes  vivieran;  y  que  muchos  reyes  y  reyes  de  re­
      yes,  santos  y  hombres  justos,  nacerían  de  su  raza.  Esta
      es la razón por la que no existen serpientes venenosas en
      Irlanda.
        130.  Después de aquello Nel le dijo a Moisés: «el Fa­
      raón  vendrá  y  nos  tiranizará  como  castigo  por  nuestra
      amistad hacia vosotros, y por el recibimiento que os he­
     mos dispensado, y porque no os hemos perseguido y os
     hemos  cerrado  el paso».  «Vente con nosotros,  con toda
     tu gente», le dijo Moisés,  «si lo deseas, y puedes perma­
     necer para siempre  con  nosotros,  y  cuando  lleguemos  a
     la tierra que Dios nos ha prometido, tú tendrás una parte
     de ella; o si lo prefieres te daremos algunos barcos del Fa­
     raón,  que  estará bajo tus órdenes para poder escapar de
     los egipcios, y nos separaremos el uno del otro».

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