Page 45 - 0003476
P. 45

46            G. Mar anón
                        pasan para la propia conciencia casi
                        inadvertidos. Porque la falsa vocación,
                        y aun la verdadera —y en esto se pare­
                        cen también vocación y amor—, mu­
                        chas veces se enciende no ante un ob­
                        jeto superior, de indiscutible capacidad
                        de atracción, sino ante nimios porme­
                        nores, cargados, sin que se sepa por
                        qué, del misterioso influjo atractivo.
                         Un abogado famoso y muy inteligente
                         me dijo una vez que su decisión de se­
                        guir la carrera de las leyes se inició en
                         plena niñez —y sin ninguna otra razón,
                         familiar o de otro orden, que le em­
                         pujase— porque en su casa vivía un
                         magistrado importante cuya toga y bi­
                         rrete conducía, en el saco de raso rojo,
                         un criadillo que, en la escalera, mos­
                         traba al niño el vistoso ropón. Y el
                         obscuro deseo de poseer algún día una









            I
   40   41   42   43   44   45   46   47   48   49   50