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todos    los  utensilios    que   llevaban,     colchones,     mantas,     etc.  Yo

                  estaba    mirando      desde     mi   casa, y vi     como     les revolvían  los
                  colchones. Se podía observar el trato deshumanizado hacia los

                  gitanos, y el temor de estos.


                          EL GUARDIA CIVIL QUE PEGÓ A MI PADRE


                         Los gitanos de       Torrijos    hemos estado        bien   mirados, y el

                  trato  entre   unos    y otros ha     sido   bueno.     No   obstante, siempre

                  hay quién no soporta a los demás, por pertenecer a otro linaje

                  distinto.   Creo    que   nadie    debe   despreciar     a  nadie    por   el color
                  de   la  piel,  o  por ser   judío,   payo,    gitano,   Dios    dice  que    todos

                  somos iguales. Pero hay personas que se creen superiores a los

                  demás, y los desprecian por lo que son. En la época de Franco,

                  hubo    muchos      guardias    civiles que    maltrataron      a  los  gitanos   en

                  España de una forma terrible. Mientras que fui secretario de la
                  Iglesia   Evangélica     Filadelfia    en  Pinto    (Madrid), entre los años

                  1.984 - 87, tuve      que    realizar  varias   denuncias al Director         de   la

                  Guardia Civil  y al Alcalde               de   Pinto, el cual también             lo

                  denunció, por        un  sargento     al que   habían    destinado      allí, y  que

                  cuando     veía a un     gitano, lo ponía       contra    la  pared, sin     ton  ni
                  son,     apuntándole  con             la   armas.       Algunos       gitanos      le

                  reconocieron que          en  época    de   Franco, éste daba         palizones a

                  losgitanos, y quienes  le         reconocieron,  al verlo,        se  pusieron a

                  temblar.     Gracias     a Dios     el  Director      de la Guardia civil         lo

                  trasladó, aunque mejor hubiese sido que lo hubiesen jubilado.


                         Recuerdo       una tarde        del   verano     de    la  mancha,       que
                  vivíamos     en  la  calle  Humilladero       de  Torrijos,    y había    un  calor

                  abrasador. Vino mi padre de atender sus cosas, y recuerdo que

                  estábamos      en   la casa   de la tía   Rosina y      Carmen, su       hija, y su

                  marido Antonio, que vivían a unas cuantas casas de la nuestra,

                  en  la  misma     calle  Humilladero. Mi         padre, antes de       volver   a  la


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