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para que abandonen el pueblo. El padre del niño, suplicó con

                  angustia que los dejasen estar allí hasta que su hijito se muriera,
                  pero la guardia civil no accedió y se quedaron esperando a que

                  se   fueran, amenazándoles            que    si  no    se  iban,  utilizarían      la

                  fuerza.


                         Recuerdo       que   aquel mismo         día,  una gitana explicaba a

                  otra  sobre    este  hecho     y  le  decía:  “Gitanico,    el padre     del niño,

                  desesperado,       como     no   le dejaban     estar allí hasta     que   el niño
                  muriera, se ha dirigido a la guardia civil, se ha roto la camisa y

                  se  ha  descubierto      el pecho,     y les  ha  dicho:    “Péqueme       un   tiro,

                  péqueme un tiro”.


                          Esta   es  una   historia    desgarradora, de        las  que   rompe      el

                  corazón.     No   puedo     comprender        hasta   donde     llega   la  maldad

                  del   hombre  ¿cómo          es  posible? Aquellos         guardias     civiles   no
                  tenían    compasión.       No   se   dignaron     siquiera    a  informar     a  sus

                  superiores      lo  que    estaba    sucediendo.       Que  el  niño        de   esa

                  familia estaba muriendo, y solicitaban que les permitieran estar

                  allí hasta que el niño falleciera.


                         Los   guardias     se  mantuvieron       allí, en  la puerta de      la casa

                  de los pobres, esperando que los gitanos recogieran sus cosas y
                  a su hijito agonizando y se fueran. Pero gracias a Dios, avisaron

                  al tío  Lisardo, gitano       y primo     hermano       de  mi   padre, que      era

                  conocido del Ayuntamiento de Torrijos.


                         Así que, de prisa y corriendo, el tío Lisardo y su hermano

                  el tío    Pepe,    expusieron el caso           al Alcalde,       y  este   aceptó

                  intervenir. Gracias       a  Dios, consiguió que         les permitieran       estar
                  allí hasta que su hijo muriera.  Esto no era de mucho consuelo,

                  debido a la situación, pero fue un alivio para esta familia, pues,

                  imagínese      tener   que   marcharse      con    su  hijo  muriendo.       Pocos




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