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Inquisición, y que éste, dependiera directamente de la Corona,
cosa que el Papa hizo el 1 de noviembre del 1478, “Exigit
sincerae devotionis affectus.”
Como era de comprender, la Reina Isabel envió escrito al
Papa Sixto IV solicitando que nombrara a Tomás de
Torquemada como Inquisidor General, y en 1.483, el Papa
accedió a dicha petición, pero ese mismo año murió, y el
siguiente Papa, Inocencio VIII el día 17 de octubre del 1.483
nombró a Torquemada Inquisidor General.
Torquemada quería una Inquisición muy organizada, y en
1.484 escribió el reglamento de la Santa Inquisición, que
serviría de guía para los Inquisidores. Esa guía fue la que sirvió
para expulsar a los judíos, además de mandar a la hoguera
durante años a Judíos y Gitanos, a unos por herejes y a las
gitanas, por brujas.
Así que, podemos afirmar que Torquemada fue otro
genocida tan malo o peor, que el Marques se la Ensenada. Los
Reyes Católicos ordenaron a Torquemada redactar la Ley que
justificara la expulsión de los judíos de España. Pero según
algunos, fue Torquemada quien mostró a los Reyes Católicos
la necesidad de dicha expulsión, y estos a su vez, le ordenaron
que redactara ley que serviría de justificación.
Si fue Torquemada quien en secreto planeó la expulsión
de los Judíos, ¿no sería también quién planeó la expulsión de
los gitanos o su exterminio? El libro “La cruzada del odio” del
escritor Erik Durschmied, en la página 88, relata una historia
que sucedió entre algunos gitanos y Torquemada. Ignoramos si
es totalmente cierta o si tiene cierta verdad, aunque tal vez esté
un poco distorsionada. De cualquier forma, refleja el carácter
genocida de Torquemada. La historia contada por Erik data de
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