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cuando      Torquemada          y  su   secretario,  hicieron un           viaje   al

                  convento  dominico de Valladolid.


                         La   historia   dice   así. Un    sargento    con    sus  soldados entró
                  en   una   taberna    de   Valladolid, donde        una   gitana   morena      y de

                  pelo   largo, se     ofrecía   para    adivinar    el  futuro.    El  sargento     la

                  tomó     del brazo       con fuerza,      la   sentó    sobre    sus   piernas, y

                  comenzó       a acariciarla.     La   gitana   llamada     Dorna, le      pegó    un

                  bofetón, ¡Bruja! Dijo         el sargento,    ¡Me    ha  embrujado!       Volvió a
                  decir.   Sus soldados      que estaban       allí,  al  escuchar   estas  palabras

                  del sargento,      cogieron     a  la  gitana   y  la  llevaron    a  la  fortaleza

                  donde un monje la interrogó.


                         En la fortaleza la interrogaron, ¿Por qué haces hechicerías

                  para   adivinar    el  futuro?    La   gitana   aterrorizada     no   dijo  ni  una

                  sola palabra. El monje volvió a decirla ¡Expulsa a Satanás de tu
                  seno    y  acoge    la  semilla    de  Dios!    Después      de   esto,   aquellos

                  soldados, desnudaron a la gitana, la pusieron boca abajo sobre

                  una   mesa, y sin     piedad la     azotaron. Acto       seguido    abusaron      de

                  ella, y la dejaron medio muerta a la orilla del rio Pisuerga. Dos

                  gitanos de su familia la encontraron, y la cuidaron hasta que se
                  reanimó.      El   padre    de    la  muchacha       que    era   un    gitano    de

                  respeto, quiso      venganza, y mandó           localizar y matar       a  los que

                  habían abusado de su hija.


                         Por     aquellos      días,  se       encontraban         en    Valladolid

                  Torquemada y su secretario Alfonso Badaja, quienes paseaban

                  por   el rio.  Y   debieron     creer    los  gitanos, que     estos fueron los
                  monjes que dejaron a la gitana a la suerte de los soldados para

                  que abusaran        de  ella,  y  tomándolos  los       ataron    y  los  llevaron

                  ante   el  padre, el     cual  haciendo      un   ritual,  los  desnudaron, le

                  pegaron y los abandonaron medio muertos.





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