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han obrado tantas leyes y pragmáticas hechas con este intento, que sólo han
servido de hacerlos más perversos, con la desconfianza, obligándolos con la
persecución que padecen en los pueblos a que se retiren a los montes con
mayor perjuicio de la república.” Deja de manifiesto que las leyes,
hicieron mal, haciéndolos más rebeldes, y creando desconfianza, y
obligándoles a que se retiren a las montañas. Por ello, el Marques
de la Ensenada, trazó un plan malvado, para que los gitanos
tuvieran confianza en vivir en las ciudades, tal como mandaba la
ley asegurándoles, que estarían seguros.
LOS APOYOS PARA EL GENOCIDIO
No sólo era el Marques de Ensenada, hubo otros que también
estaban de acuerdo, como por ejemplo Gaspar Vázquez Tablada,
Obispo de Oviedo, colaboró con sus consejos ante el Consejo de
Castilla, a los cuales convenció de la conveniencia de esta medida,
y apoyando la decisión de separar a maridos, esposas, pues
precisamente esa era la clave para conseguir la erradicación de los
gitanos, pues así, no tendrían hijos. También se contó con el apoyo
del sacerdote jesuita Rávago, era importante porque era el confesor
del rey Fernando VI, que no estaba muy convencido y tenía
problemas de conciencia, pero Rávago le indico: “Que Dios se
alegraría, si el rey lograse extinguir a esta gente”. Otro persona
importante en el genocidio fue el Cardenal Valenti Gonzaga, este
intervino para para conseguir una orden del papa, para excluir a
los gitanos de la protección de la Iglesia, lo que consiguieron en
abril del 1748. Esto era importante, porque así definitivamente
Fernando VI autorizaría el genocidio, como hizo, al año siguiente.
El papa que otorgó dicha orden fue Benedicto XIV.
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