Page 24 - Loor de Nuestra Señora
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Y esto, para la Virgen, debió ser afligente

                        Pues sentía por ellos, muy evidentemente,
                        Esa especial ternura que toda madre siente

                        Por aquel de sus hijos más privado o ausente.






                        Mas ¿cómo darles prueba cabal de su intención?

                        ¿Cómo indicio preciso, señal y persuasión
                        De que sus hijos indios dada su condición
                        Tenían bien ganado sitio en su corazón?


                        Un día, al despertarse, advirtió Zalazar

                        Que la Imagen sagrada no estaba en el altar.
                        Buscó en toda la casa sin omitir lugar;
                        Buscaba inútilmente, no la podía hallar.


                        Fue por el vecindario, recorrió la poblada,

                        No hubo estancia ni choza que no fuera avisada.
                        Nadie daba razones, ninguno sabía nada;
                        La población entera sintióse consternada.


                        Al fin, como guiado por un presentimiento,

                        Fue Zalazar a Choya, ya casi sin aliento;
                        Se encaminó a la Gruta, y oh singular portento:
                        Allí estaba la Causa de su contentamiento.


                        Tomó otra vez la Imagen como en el primer día;

                        Con ella dialogando volvióse a la alquería.
                         (Dicen que en el camino lloraba de alegría
                        Y entre lágrimas y rezo casi la reprendía...)








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