Page 154 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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relacionadas con el corazón, el cerebro y el sistema reproductor, que son los centros
espirituales de la constitución humana. La forma triangular de la pirámide también es
similar a la postura que adoptaba el cuerpo durante los antiguos ejercicios de
meditación. Los Misterios enseñaban que las energías divinas de los dioses descendían
sobre la parte superior de la Pirámide, que se comparaba con un árbol invertido, con
las ramas abajo y las raíces en la parte superior. Desde este árbol invertido, la
sabiduría divina desciende por los lados divergentes y se irradia a todo el mundo.
El tamaño del piramidón de la Gran Pirámide no se puede determinar con
precisión, porque, si bien la mayoría de los investigadores han supuesto que existió en
algún momento, no se conserva de él ningún vestigio. Los constructores de grandes
edificios religiosos tienen una curiosa tendencia a dejar inacabadas sus creaciones, con
lo cual quieren dar a entender que Dios es lo único que está completo. El piramidón
—si es que existió— era en sí mismo una pirámide en miniatura, cuyo vértice, una vez
más, estaría coronado por un bloque más pequeño de la misma forma y así ad
infinitum. Por consiguiente, el piramidón es el arquetipo de toda la estructura. De este
modo, se puede comparar la pirámide con el universo y el piramidón, con el hombre.
Siguiendo la cadena de analogías, la mente es el piramidón del hombre; el espíritu, el
piramidón de la mente, y Dios —arquetipo de la totalidad—, el piramidón del espíritu.
Como un bloque tosco e inacabado, el hombre sale de la cantera y, mediante la cultura
secreta de los Misterios, poco a poco se va transformando en un piramidón
equilibrado y perfecto. El templo solo está completo cuando el propio iniciado se
convierte en el vértice vivo a través del cual el poder divino se concentra en la
estructura divergente que hay debajo.
W. Marsham Adams llama a la Gran Pirámide «la casa de los lugares ocultos» y lo
era, sin duda, porque representaba el sanctasanctórum de la sabiduría preegipcia. Los
egipcios asociaban la Gran Pirámide con Hermes, el dios de la sabiduría y las letras y
el Divino Iluminador, adorado a través del planeta Mercurio. Relacionar a Hermes con
la Pirámide destaca otra vez el hecho de que en realidad era el templo supremo de la
Divinidad Invisible y Suprema. La Gran Pirámide no era un faro, un observatorio ni
una tumba, sino el primer templo de los Misterios, la primera estructura levantada
como depósito de aquellas verdades secretas que son la base cierta de todas las artes y
las ciencias. Era el emblema perfecto del microcosmos y el macrocosmos y, según las
enseñanzas secretas, la tumba de Osiris, el dios negro del Nilo. Osiris representa una
manifestación determinada de la energía solar y, por consiguiente, su casa o su tumba
es un emblema del universo, dentro del cual está sepultado y en cuya cruz ha sido
crucificado.