Page 193 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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el amarillo es un color vitalizador y perfeccionador, y el rojo es un color agitador, que

  da  calor.  También  se  ha  demostrado  que  los  minerales  y  las  plantas  afectan  la
  constitución  humana  según  su  color.  Por  ejemplo,  una  flor  amarilla  por  lo  general

  tiene  un  efecto  medicinal  que  afecta  la  constitución  de  una  manera  similar  a  la  luz

  amarilla o a la nota musical mi. Una flor anaranjada influirá de manera similar a la luz

  anaranjada y, por ser uno de los llamados colores secundarios, corresponde a la nota
  re o bien al acorde de do y mi.

       Para los antiguos, el espíritu del hombre correspondía al color azul, la mente, al

  amarillo y el cuerpo, al rojo. Por consiguiente, el cielo es azul, la tierra es amarilla y el

  infierno,  o  inframundo,  es  rojo.  La  condición  abrasadora  del  infierno  simplemente
  simboliza  la  naturaleza  de  la  esfera  o  el  plano  de  fuerza  que  lo  compone.  En  los

  Misterios  griegos,  la  esfera  irracional  siempre  se  consideraba  roja,  porque

  representaba el estado en el cual la conciencia está esclavizada por las lujurias y las
  pasiones de la naturaleza inferior. En India, algunos de los dioses —por lo general,

  atributos de Vishnu— se representan con la piel azul para representar su constitución

  divina y supramundana. Según la filosofía esotérica, el azul es el color verdadero y
  sagrado del sol, mientras que el aparente tono anaranjado amarillento de esta esfera se

  debe a que sus rayos se sumergen en las sustancias del mundo ilusorio.

       En el simbolismo original de la Iglesia cristiana, los colores tenían una importancia

  primordial y su uso se regía por normas preparadas con mucho cuidado. Sin embargo,
  desde la Edad Media, como los colores se han empleado con despreocupación, se han

  perdido  sus  significados  emblemáticos  más  profundos.  En  su  aspecto  primario,  el

  blanco o el plateado significaban la vida, la pureza, la inocencia, la alegría y la luz; el

  rojo, el sufrimiento y la muerte de Cristo y de Sus santos y también el amor divino, la
  sangre y la guerra o el sufrimiento; el azul, la esfera celeste y los estados de devoción

  y de meditación; el amarillo o el oro, la gloria, la fertilidad y la bondad; el verde, la

  fecundidad, la juventud y la prosperidad; el violeta, la humildad, el afecto profundo y
  la tristeza; el negro, la muerte, la destrucción y la humillación. En el arte de la Iglesia

  primitiva, los colores de las vestiduras y los ornamentos también revelaban si un santo

  había  sido  martirizado,  así  como  el  carácter  de  la  obra  que  había  realizado  para

  merecer la canonización.
       Además de los colores del espectro, existen gran cantidad de ondas cromáticas,

  algunas demasiado bajas y otras demasiado altas para ser registradas por el aparato

  óptico humano. Produce consternación comprobar la descomunal ignorancia humana

  con respecto a estas vistas del espacio abstracto. Así como en el pasado el hombre ha
  explorado continentes desconocidos, en el futuro, amado con implementos curiosos
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