Page 189 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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humana sería absolutamente inútil en las sustancias etéreas a través de las cuales se

  manifiestan. Hace mucho que la ciencia debate la probabilidad de que haya habitantes
  en otros planetas. Las objeciones a esta idea se basan en el argumento de que, en el

  medio ambiente de Marte, Júpiter, Urano y Neptuno, no podrían existir criaturas con

  un organismo humano. Este argumento no tiene en cuenta la ley natural universal de

  adaptación al entorno. Los antiguos afirmaban que la vida era originaria del sol y que,
  bañado con la luz de la esfera solar, todo era capaz de absorber los elementos de la

  vida  solar  y  posteriormente  irradiarlos  en  forma  de  flora  y  fauna.  Un  concepto

  filosófico consideraba padre al sol y, a los planetas, embriones conectados aún con el

  cuerpo  solar  mediante  cordones  umbilicales  etéreos  que  servían  como  canales  para
  transmitir vida y nutrientes a los planetas.

       Algunas órdenes secretas han enseñado que el sol estaba poblado por una raza de

  criaturas  con  cuerpos  compuestos  por  un  éter  radiante  y  espiritual,  con  una
  constitución no demasiado diferente de la de la bola encendida del propio sol. El calor

  del sol no producía en ellas efectos perniciosos, porque sus organismos eran bastante

  refinados  y  estaban  sensibilizados  para  armonizar  con  la  tremenda  velocidad  de
  vibración  del  sol.  Estas  criaturas  parecen  soles  en  miniatura  y  son  un  poco  más

  grandes  que  un  plato  llano,  aunque  algunas  de  las  más  poderosas  son  mucho  más

  grandes. Su color es la luz blanca dorada del sol, del cual irradian cuatro descargas de

  Vril.  Estas  descargas  suelen  ser  muy  largas  y  están  en  movimiento  constante.  Se
  observa una palpitación peculiar por toda la estructura del globo y se comunica en

  forma de ondas con las descargas que salen. La más grande y más luminosa de estas

  esferas es el Arcángel Miguel y a todo el orden de la vida solar, que se le parece y vive

  sobre el sol, los cristianos modernos lo llaman «los arcángeles» o «los espíritus de la
  luz».






  El Sol en la simbología alquímica


  El oro es el metal del sol y muchos lo consideran la luz del sol cristalizada. Cuando se

  lo menciona en los tratados alquímicos, puede ser tanto el metal en sí como la esfera

  celeste, que es la fuente o el espíritu del oro. Por ser ardiente, el azufre también se
  asociaba con el sol.
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