Page 187 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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En la mayoría de los casos, las religiones de la Antigüedad coinciden en que el sol

  material  y  visible  era  un  reflector,  más  que  el  origen  del  poder.  A  veces  se  lo
  representaba como un escudo que la divinidad solar —por ejemplo Frey, la divinidad

  solar escandinava— llevaba en el brazo. Aquel sol reflejaba la luz del sol espiritual

  invisible, que era la verdadera fuente de vida, luz y verdad. La naturaleza física del

  universo  es  receptiva:  es  un  reino  de  efectos  Las  causas  invisibles  de  estos  efectos
  corresponden al mundo espiritual. Por consiguiente, el mundo espiritual es la esfera

  de la causalidad; el mundo material es la esfera de los efectos, mientras que el mundo

  intelectual o del alma es la esfera de la mediación. Por eso, a Cristo, la personificación

  de la naturaleza intelectual superior y el alma, lo llaman «el Mediador», que, en virtud
  de Su puesto y Su poder, dice: «Nadie llega hasta mi Padre, si no es a través de mí».

       Lo que es el sol para el sistema solar lo es el espíritu para el cuerpo del hombre,

  porque su naturaleza, sus órganos y sus funciones son como planetas alrededor de la
  vida central (o el sol) y viven de sus emanaciones. El poder solar en el hombre está

  dividido en tres partes que se denominan el triple espíritu humano del hombre. Dicen

  que estas tres naturalezas espirituales son radiantes y trascendentes y, unidas, forman
  lo divino en el hombre. La triple naturaleza inferior del hombre, compuesta por su

  organismo físico, su naturaleza emocional y sus facultades mentales, refleja la luz de

  aquella  divinidad  triple  y  la  manifiesta  en  el  mundo  físico.  Los  tres  cuerpos  del

  hombre se simbolizan mediante un triángulo vertical y su triple naturaleza espiritual,
  mediante  un  triángulo  invertido.  A  estos  dos  triángulos,  unidos  para  formar  una

  estrella  de  seis  puntas,  los  judíos  los  llamaban  «la  estrella  de  David»,  «el  sello  de

  Salomón», y en la actualidad se conocen habitualmente como «la estrella de Sión».

  Estos triángulos simbolizan el universo espiritual y el material unidos para constituir la
  criatura  humana,  que  es  partícipe  tanto  de  la  naturaleza  como  de  la  divinidad.  La

  naturaleza  animal  del  hombre  es  partícipe  de  la  tierra;  la  divina,  de  los  cielos,  y  la

  humana, del mediador.





  Los habitantes celestes del Sol



  Los  rosacruces  y  los  Iluminados,  al  describir  a  los  ángeles,  los  arcángeles  y  otras
  criaturas  celestiales,  declaraban  que  parecían  pequeños  soles,  que  eran  centros  de

  energía radiante rodeados de descargas de Fuerza Vril. De estas descargas de fuerza

  deriva la creencia popular de que los ángeles tienen alas. Estas alas son abanicos de

  luz semejantes a coronas, por medio de los cuales las criaturas celestiales se impulsan
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