Page 371 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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por  el  fuego  astral  que  emanaba  de  sus  cuerpos.  Además,  el  gato  era  símbolo  de

  eternidad, porque cuando duerme se acurruca en una bola, de modo que la cabeza y la
  cola se tocan. Entre los griegos y los romanos, el gato se consagraba a la diosa Diana.

  Los budistas de India otorgaron d gato un significado especial, pero por un motivo

  diferente: el gato fue el único animal que no estuvo presente cuando murió el gran

  Buda,  porque  se  había  detenido  en  el  camino  para  perseguir  a  un  ratón.  Que  el
  símbolo  de  las  fuerzas  astrales  inferiores  no  estuviera  presente  en  la  liberación  de

  Buda resulta significativo.

       Con respecto al gato, Herodoto dice lo siguiente: «Cuando estalla un incendio, los

  gatos se agitan con una especie de movimiento divino, que sus propietarios observan,
  mientras descuidan el fuego. Sin embargo, los gatos, a pesar de sus cuidados, huyen

  de ellos e incluso saltan por encima de la cabeza de sus dueños para arrojarse al fuego.

  Los  egipcios  guardan  entonces  luto  por  su  muerte.  Si  un  gato  muere  por  causas
  naturales en una casa, todos sus habitantes se afeitan las cejas: si muere un perro, se

  afeitan la cabeza y todo el cuerpo. Solían embalsamar a los gatos muertos y llevarlos a

  Bubastis para enterrarlos en una casa sagrada.»                  [85]

       El más importante de todos los animales simbólicos era el Apis, o el toro egipcio

  de Menfis, que se consideraba el vehículo sagrado para la transmigración del alma del
  dios  Osiris.  Se  declaraba  que  el  Apis  era  concebido  por  un  rayo  y  la  ceremonia

  durante  la  cual  se  lo  elegía  y  consagraba  era  una  de  las  más  impresionantes  del

  ritualismo  egipcio.  El  Apis  tenía  que  tener  unas  marcas  determinadas.  Herodoto
  sostiene que el toro había de ser negro, con un punto blanco cuadrado en la frente, la

  forma  de  un  águila  (probablemente  un  buitre)  en  el  lomo,  un  escarabajo  encima

  (debajo)  de  la  lengua  y  el  pelo  de  la  cola  dispuesto  en  dos  sentidos.  Otros  autores
  sostienen que el toro sagrado estaba marcado con veintinueve símbolos sagrados, que

  el cuerpo tenía manchas y que del lado derecho tenía una marca blanca en forma de

  media luna. Después de su consagración, lo ponían en un establo contiguo al templo y

  en  determinadas  ocasiones  solemnes  lo  llevaban  en  procesión  por  las  calles  de  la
  ciudad.  Entre  los  egipcios  existía  la  creencia  popular  de  que  si  el  toro  exhalaba  su

  aliento  sobre  algún  niño,  este  llegaría  a  ser  ilustre.  Cuando  llegaba  a  cierta  edad

  (veinticinco años), llevaban al Apis al río Nilo o a una fuente sagrada —los expertos

  no se ponen de acuerdo en este punto—, donde lo ahogaban entre las lamentaciones
  de la plebe. El duelo y el llanto por su muerte continuaban hasta que se encontraba un

  nuevo Apis: entonces se declaraba que Osiris se había reencarnado y la tristeza dejaba

  paso al regocijo.
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