Page 367 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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Aunque reconoce que no había visto al ave fénix (solo había uno vivo por vez),
Herodoto amplía un poco la descripción ofrecida por Clemente: «Cuentan todo lo que
hace esta ave, que a mí no me parece creíble; dicen que viene de Arabia y que trae al
ave padre, completamente cubierto de mirra, al templo del sol, donde entierra su
cuerpo. Para traerlo, dicen, forma primero una bola de mirra, lo más grande que es
capaz de transportar; a continuación la ahueca y mete dentro a su padre, tras lo cual
tapa la abertura con mirra fresca y entonces la bola tiene exactamente el mismo peso
que al principio; entonces la lleva a Egipto, toda cubierta como ya he dicho, y la
deposita en el templo del sol. Esta es la historia que cuentan sobre lo que hace esta
ave».
Tanto Herodoto como Plinio han observado que, en general, el fénix y el águila
tienen una forma parecida, un punto que el lector ha de tener en cuenta, porque es
bastante seguro que el águila masónica moderna al principio fuese un fénix. Se dice
que el cuerpo del fénix estaba cubierto de plumas moradas brillantes, mientras que las
plumas largas de la cola eran alternativamente azules y rojas. La cabeza era de color
claro y llevaba un collar de plumas doradas. En la parte posterior de la cabeza tenía un
penacho de plumas muy peculiar, que resultaba bastante evidente, aunque la mayoría
de los escritores y los simbolistas lo han pasado por alto.
El phœnix se consideraba consagrado al sol y la duración de su vida (entre
quinientos y mil años) se tomaba como referencia para medir el movimiento de los
cuerpos celestes y también los ciclos temporales utilizados en los Misterios para
indicar los períodos de existencia. Se desconoce su alimentación. Algunos autores
dicen que subsistía de la atmósfera y otros, que comía en raras ocasiones, pero jamás
en presencia del hombre. Los masones modernos deberían darse cuenta de su especial
significación masónica, porque se dice que el ave usaba ramitas de acacia para
construirse el nido.
El fénix —el mitológico roc persa— es también el nombre de una constelación
austral y, por consiguiente, tiene importancia tanto astronómica como astrológica. Con
toda probabilidad, era el cisne de los griegos, el águila de los romanos y el pavo real
del Lejano Oriente. Para los místicos antiguos era un símbolo muy apropiado de la
inmortalidad del alma humana, porque, así como el fénix renacía de su propia
naturaleza muerta siete veces siete, la naturaleza espiritual del hombre resucita
triunfalmente, una y otra vez, de su cadáver físico.
Para los herméticos medievales, el fénix era un símbolo de la consecución de la