Page 368 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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transmutación alquímica, un proceso equivalente a la regeneración humana. También

  se daba el nombre de «fénix» a una de las fórmulas alquímicas secretas. El conocido
  pelícano del grado rosacruz, que daba de comer a sus crías de su propio pecho, es, en

  realidad, un fénix: para confirmarlo, basta con observar la cabeza del ave: le falta la

  deslucida parte inferior del pico y la cabeza del fénix se parece mucho más a la del

  águila  que  a  la  del  pelícano.  En  los  Misterios,  era  habitual  llamar  a  los  iniciados
  «fénix» u «hombres renacidos», porque, así como el nacimiento físico proporciona al

  hombre la conciencia del mundo físico, el neófito, después de pasar nueve grados en

  el  vientre  de  los  Misterios,  nacía  a  una  conciencia  del  mundo  espiritual.  Este  es  el

  misterio de la iniciación al que se refería Cristo cuando dijo: «El que no nazca de lo
  alto no puede ver el Reino de Dios» (Juan 3, 3). El fénix es un símbolo adecuado de

  este nacimiento espiritual.

       El misticismo europeo no estaba muerto cuando se fundaron los Estados Unidos
  de América. La mano de los Misterios tuvo que ver con el establecimiento del nuevo

  gobierno y su firma sigue siendo visible en su Gran Sello. Si se analiza el sello con

  atención,  aparecen  un  montón  de  símbolos  ocultos  y  masónicos,  entre  los  cuales
  destaca la llamada águila americana, un ave que, según Benjamín Franklin, no merecía

  ser escogida como emblema de un pueblo grande, poderoso y progresista. Una vez

  más,  solo  un  estudioso  del  simbolismo  puede  ver  a  través  del  subterfugio  y  darse

  cuenta de que el águila americana que aparece en el Gran Sello no es más que un fénix
  estilizado, como se puede distinguir claramente si se examina el sello original. En su

  esbozo de The History of the Seal of the United States,  Gaillard  Hunt  presenta  sin

  querer material en abundancia para confirmar la creencia de que en el sello original

  aparecía el ave fénix en el anverso y la Gran Pirámide de Gizeh en el reverso. En un
  boceto coloreado, presentado como diseño para el Gran Sello por William Barton en

  1782, aparece un auténtico fénix sentado en un nido de llamas, lo que demuestra la

  tendencia a utilizar esta ave emblemática.
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