Page 435 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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hay tanta diferencia entre el cuerpo de los hombres y el de los espíritus de la
naturaleza como la que hay entre la materia y el espíritu.
«Sin embargo —añade—, los elementales no son espíritus, porque tienen carne,
sangre y huesos; viven y tienen hijos; comen y hablan, actúan y duermen, etcétera, de
modo que, en realidad, no podemos considerarlos “espíritus”, sino que son seres que
ocupan un lugar intermedio entre los hombres y los espíritus, semejantes a los
hombres y a los espíritus, semejantes a los hombres y las mujeres por su organización
y su forma, y semejantes a los espíritus por la rapidez de sus movimientos» (De
occulta philosophia, traducido por Franz Hartmann). Más adelante, el mismo autor
llama a estas criaturas composita, por cuanto la sustancia de la que están hechas
parece una mezcla de espíritu y materia. Emplea el color para explicar la idea. Por
ejemplo, de la combinación de azul y rojo se obtiene el morado, un color nuevo que
no se parece a ninguno de los otros dos y, sin embargo, está compuesto por ellos Lo
mismo ocurre con los espíritus de la naturaleza: no se parecen a las criaturas
espirituales ni a los seres materiales y, sin embargo, están compuestos de una sustancia
que podemos llamar «materia espiritual», o éter.
Paracelso añade también que, si bien el hombre está compuesto de varias
naturalezas (espíritu, alma, mente y cuerpo) combinadas en una sola unidad, el
elemental no tiene más que un solo principio: el éter del cual está compuesto y en el
cual vive. Recuerde el lector que por éter se entiende la esencia espiritual de uno de
los cuatro elementos. «Existen tantos éteres como elementos y tantas familias distintas
de espíritus de la naturaleza como éteres. Estas familias están completamente aisladas
en su propio éter y no tienen ninguna relación con los moradores de los demás éteres;
sin embargo, como dentro de su propia naturaleza el hombre posee centros de
conciencia sensibles a los impulsos de los cuatro éteres, cualquiera de los reinos
elementales se puede comunicar con él, si se cumplen las condiciones adecuadas».
Los espíritus de la naturaleza no pueden ser destruidos por los elementos
materiales más toscos, como el fuego, la tierra, el aire o el agua, porque actúan a una
velocidad de vibración superior a la de las sustancias terrestres. Al estar compuestos
de un solo elemento o principio (el éter en el cual funcionan), no poseen un espíritu
inmortal y al morir se limitan a desintegrarse y a regresar al elemento del cual se
habían diferenciado. Después de la muerte no se conserva una conciencia individual,
porque no existe ningún vehículo superior que la contenga. Al estar hechos de una
sola sustancia, no hay fricción entre los vehículos, con lo cual sus funciones
corporales no producen demasiado desgaste, de modo que viven hasta una edad
avanzada. Los que están compuestos del éter terrestre son los que menos viven y los