Page 439 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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mientras que otras son inherentes a las sustancias con las cuales y en las cuales
trabajan. Por ejemplo, las hamadríades viven y mueren en las plantas o los árboles de
los que forman parte. Se dice que todos los arbustos y flores poseen su propio espíritu
de la naturaleza, que a menudo usa el cuerpo físico de la planta como morada. Los
antiguos filósofos reconocían el principio de inteligencia que se manifestaba por igual
en cada aspecto de la naturaleza y creían que el tipo de selección natural que
manifestaban unas criaturas que no poseían mentalidades organizadas en realidad
expresaba las decisiones de los propios espíritus de la naturaleza.
C. M. Gayley, en The Classic Myths, afirma lo siguiente: «Una característica
agradable del paganismo antiguo era que le gustaba buscar en cada acción de la
naturaleza la mano de la divinidad. La imaginación de los griegos poblaba las regiones
de la tierra y el mar de divinidades, a cuya intervención atribuía los fenómenos que
nuestra filosofía atribuye a la ley natural». Por consiguiente, en nombre de la planta
con la que actuaba, el elemental aceptaba y rechazaba elementos comestibles,
depositaba en ellos materia colorante, conservaba y protegía la semilla y realizaba
muchas otras funciones beneficiosas. Cada especie era atendida por un tipo diferente,
pero adecuado, de espíritu de la naturaleza. Por ejemplo, los que trabajaban con
arbustos venenosos tenían aspecto desagradable. Se dice que los espíritus de la
naturaleza de la tóxica cicuta se parecen mucho a pequeños esqueletos humanos,
cubiertos por una capa fina de carne semitransparente. Viven dentro de la cicuta y
gracias a ella y, si se corta la planta, permanecen con los brotes rotos hasta que los dos
mueren, aunque, mientras haya la menor evidencia de vida en el arbusto, este
manifiesta la presencia del guardián elemental.
Los árboles grandes también tienen sus espíritus de la naturaleza, aunque su
tamaño es mucho mayor que el de los elementales de las plantas más pequeñas. Las
labores de los pigmeos incluyen el corte de los cristales en las rocas y la aparición de
vetas en los minerales. Cuando los gnomos trabajan con animales o con seres
humanos, su trabajo se limita a los tejidos correspondientes a su propia naturaleza; por
consiguiente, trabajan con los huesos, que pertenecen al reino mineral, y los antiguos
creían que era imposible reconstruir las extremidades rotas sin la colaboración de los
elementales.
Los gnomos pueden ser de distintos tamaños: la mayoría son mucho más
pequeños que los seres humanos, aunque algunos pueden cambiar de estatura según
les plazca, como consecuencia de la movilidad extrema del elemento en el que actúan.
Con respecto a ellos, el abate de Villars escribió lo siguiente: «La tierra está llena hasta
bien cerca del centro de gnomos, personas de escasa estatura, que son los guardianes