Page 466 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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invisibles de la enfermedad —eso es magia— y el que hace desaparecer tan solo los

  efectos externos: eso es física, hechicería y curanderismo».                      [122]

       La  enfermedad  es  antinatural  y  es  indicio  de  un  desajuste  interno  o  entre  los
  órganos  o  los  tejidos.  No  se  puede  recuperar  la  salud  permanente  mientras  no  se

  restablezca  la  armonía.  La  virtud  más  destacada  de  la  medicina  hermética  era  su

  reconocimiento de que los trastornos espirituales y psicofísicos eran, en gran medida,

  los  causantes  del  estado  denominado  enfermedad  física.  La  sugestoterapia  fue
  utilizada con notable éxito por los sacerdotes-médicos del mundo antiguo. Entre los

  indios americanos, los chamanes o curanderos hacían desaparecer la enfermedad con

  ayuda de danzas, invocaciones y amuletos misteriosos. Algo que habría que tener muy
  en  cuenta  es  el  hecho  de  que,  a  pesar  de  desconocer  los  métodos  modernos  de

  tratamiento médico, aquellos hechiceros efectuaron innumerables curas.

       Los  rituales  mágicos  utilizados  por  los  sacerdotes  egipcios  para  curar  la

  enfermedad  se  basaban  en  una  comprensión  muy  avanzada  del  complejo
  funcionamiento de la mente humana y sus consecuencias en la constitución física. No

  cabe duda de que el mundo egipcio y el brahmán conocían el principio fundamental

  de la vibroterapia. Mediante salmodias y mantras, que hacían hincapié en un sonido

  vocal o consonántico determinado, producían reacciones vibratorias que disipaban las
  congestiones  y  ayudaban  a  la  naturaleza  a  reconstituir  los  miembros  rotos  y  los

  organismos agotados. También aplicaban su conocimiento de las leyes que regían la

  vibración  a  la  constitución  espiritual  del  ser  humano;  mediante  sus  salmodias,
  estimulaban  los  centros  latentes  de  la  conciencia  y  de  este  modo  incrementaban

  muchísimo la sensibilidad de la naturaleza subjetiva.

       En el Libro de los Muertos se han preservado hasta nuestra generación muchos de
  los secretos de los egipcios. Aunque está traducido, solo unos pocos comprenden la

  trascendencia secreta de los pasajes mágicos de este pergamino antiguo. Los orientales

  tienen una comprensión muy sutil de la dinámica del sonido. Saben que cada palabra

  que se pronuncia tiene un poder tremendo y que, si se disponen las palabras de una
  manera determinada, pueden crear vórtices de fuerza en el universo invisible que los

  rodea  y,  de  este  modo,  ejercer  una  influencia  profunda  en  la  sustancia  física.  La

  palabra  sagrada  con  la  que  se  creó  el  mundo,  la  Palabra  Perdida  que  la  masonería

  sigue buscando y el triple nombre de dios, simbolizado por el Om (o Aum) de los
  hindúes, indican la veneración que sienten por el principio del sonido.
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