Page 596 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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alas del águila hay otros dos círculos que contienen los símbolos de la tierra y el agua.

  Las  figuras  humanas,  una  masculina  y  la  otra  femenina  —las  dos  están  unidas  al
  mundo superior mediante una cadena de oro y llevan en el cuerpo los símbolos de las

  fuerzas  creativas—,  representan  el  principio  divino  (masculino)  y  el  humano

  (femenino) que existen en todas las criaturas. El espíritu y la voluntad se representan

  mediante un león rampante; el alma y la intuición, mediante un ciervo con doce luces
  o estrellas en los cuernos y una hoja trifoliada en la mano, como símbolo de la triple

  constitución de todas las cosas naturales.

       En  el  centro  de  la  ilustración  está  la  figura  del  equilibrio  filosófico  y  la

  consecución de la magnum opus. El león de dos cuerpos destaca para el iniciado la
  necesidad de la unión final de todas las partes diversificadas y también que la luz y la

  oscuridad (como símbolos de todos los opuestos que existen en la naturaleza) son dos

  cuerpos con una sola cabeza. Sobre esta extraña criatura que él ha fabricado con su
  arte y que representa la reconciliación de elementos que parecen irreconciliables está

  el filósofo alquímico. Las estrellas de sus vestiduras revelan la naturaleza luminosa del

  adepto purificado y regenerado y con las mazas (el intelecto iluminado) destruye la
  ilusión de la luz y la oscuridad y, uniendo las diversas partes diseminadas del cosmos,

  forma  con  ellas  el  andrógino  filosófico.  En  el  Museo  Hermético  se  acompaña  esta

  ilustración con la siguiente cita: «Por la palabra del Señor se crearon los cielos y, por

  el aliento de Su boca, sus huestes. El Espíritu del Señor ha llenado el mundo. Todas
  las cosas están satisfechas con Tu bondad, Señor. Si vuelves la cara, se inquietan. Si

  vuelves Tu espíritu, mueren y vuelven a ser polvo. Cuando envías Tu espíritu, son

  creadas  y  renuevas  la  faz  de  la  tierra.  Tu  gloria  es  para  siempre».  En  el  Museo

  Hermético  también  se  añade  a  esta  ilustración  una  versión  libre  de  la  Tabla  de
  Esmeralda de Hermes. Solo a través de la contemplación profunda y conociendo los

  principios  de  la  alquimia  medieval  se  puede  descubrir  el  verdadero  espíritu  del

  misticismo  alquímico.  En  esta  ilustración  se  presenta  la  clave  completa  de  la
  regeneración de los metales, la transmutación de lo terrestre en esplendor celestial y el

  misterio  de  la  generación,  que,  lamentablemente  y  por  ignorancia,  ha  sido

  malinterpretada por los aficionados del siglo XX.
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