Page 609 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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se pudo controlar el fanatismo de los revolucionarios y a continuación se
produjo el reinado del terror.
2. La reforma de la ciencia, la filosofía y la ética. Los rosacruces afirmaban
que las artes y las ciencias materiales no eran más que sombras de la sabiduría
divina y que solo penetrando en lo más recóndito de la naturaleza podía el
hombre alcanzar la realidad y el entendimiento. Aunque se consideraban a sí
mismos cristianos, era evidente que los rosacruces eran platónicos y también
profundamente versados en los misterios más profundos de la teología hindú y
la hebrea primitiva. No cabe duda de que los rosacruces deseaban restablecer
las instituciones de los Misterios antiguos como el método más importante
para instruir a la humanidad en la doctrina secreta y eterna. De hecho, como es
muy probable que fueran ellos los que perpetuaron los Misterios antiguos,
solo pudieron sobrevivir gracias a su secretismo absoluto y a la sutileza de sus
subterfugios, a pesar de las fuerzas arrasadoras del cristianismo dogmático.
Guardaron y preservaron con tanto cuidado el Misterio supremo —la
identidad y la interrelación de los Tres Yos— que nadie a quien no se lo
hubieran revelado voluntariamente ha obtenido jamás información
satisfactoria con respecto tanto a su existencia como a la finalidad de la Orden.
La Fraternidad de la Rosa Cruz, mediante su organización externa, va creando
poco a poco un entorno o un órgano en el cual el ilustre Hermano C. R. C. se
encame finalmente y consume para la humanidad los amplios esfuerzos
espirituales y materiales de la Fraternidad.
3. El descubrimiento del remedio universal, o panacea, para todas las
formas de enfermedad. Existen pruebas suficientes de que los rosacruces
alcanzaron su objetivo en su búsqueda del elixir de la vida. En su Theatrum
Chemicum Britannicum, Elias Ashmole afirma que los rosacruces no eran
apreciados en Inglaterra, pero que fueron bien recibidos en el resto del
continente europeo. También afirma que la Hermandad de la Rosa Cruz curó
dos veces de viruela a la reina Isabel y que un médico rosacruz curó la lepra
del conde de Norfolk. En las citas que siguen, John Heydon insinúa que los
hermanos de la Fraternidad poseían el secreto de prolongar la existencia
humana de forma indefinida, aunque no más allá del tiempo establecido por la
voluntad de Dios: