Page 605 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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oscuridad que envuelve el conocimiento humano y que provoca las vanidades de las

  artes materiales y las ciencias se desvanecerá para siempre.



  Capítulo  XIV.  Advertimos  una  vez  más  a  aquellos  que  están  deslumbrados  por  el
  brillo del oro o a aquellos que, aunque ahora sean rectos, pueden desviarse, por culpa

  de las grandes riquezas, hacia una vida de holgazanería y pompa, que no perturben

  nuestro silencio sagrado con sus clamores, porque aunque hubiera una medicina que

  curase  todas  las  enfermedades  y  distribuyese  la  sabiduría  a  todos  los  hombrea  es
  contrario a la voluntad de Dios que el hombre logre el entendimiento por otro medio

  que no sea la virtud, el esfuerzo y la integridad. No nos está permitido manifestamos a

  nadie,  salvo  por  la  voluntad  de  Dios.  Los  que  crean  que  pueden  ser  partícipes  de
  nuestra riqueza espiritual contra la voluntad de Dios o sin Su autorización verán que

  pierden la vida buscándonos, sin alcanzar la felicidad de encontramos.



                                                                                                 Fraternitas R. C.





  Por  lo  general  se  considera  autor  del  Confessio  a  Johann  Valentin  Andreae.  Sin

  embargo, es una cuestión muy discutible si Andreae no habrá permitido a sir Francis

  Bacon que usara su nombre como seudónimo. A propósito de esta cuestión, existen
  dos referencias sumamente significativas en la introducción al extraordinario popurrí

  que es Anatomía de la melancolía. Este volumen se publicó por primera vez en 1621

  y  salió  de  la  pluma  de  Demócrito  junior,  que  posteriormente  se  identificó  como

  Robert Burton, quien, a su vez, era —se sospecha— íntimo de sir Francis Bacon. Una
  referencia  sugiere  maliciosamente  que  en  1621,  cuando  se  publicó  Anatomía  de  la

  melancolía, el fundador de la Fraternidad de la Rosa Cruz todavía estaba vivo. Esta

  afirmación —que quedó oculta al reconocimiento general por su intrincación textual
  — ha pasado desapercibida para la mayoría de los estudiosos del rosacrucismo. En la

  misma  obra  aparece  además  una  breve  nota  a  pie  de  página  de  formidable

  importancia.  Solo  contiene  las  siguientes  palabras:  «Joh.  Valent.  Andreas,  lord
  Verulam».

       Esta sola línea basta para relacionar sin duda a Johann Valentin Andreae con sir

  Francis  Bacon,  que  era  lord  Verulam,  y  su  puntuación  insinúa  que  los  dos  son  la

  misma persona.
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