Page 671 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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anciano sabio, a quien este legaba sus secretos. De vez en cuando, sin embargo, si un

  adepto encontraba a alguien que buscaba la verdad con sinceridad y fervor, lo instruía
  en  los  principios  fundamentales  del  arte  y,  si  el  discípulo  persistía,  era  iniciado

  discretamente  en  la  augusta  fraternidad  de  los  Hermanos.  De  esta  manera  se

  preservaron los procesos alquímicos, aunque el número de personas que los conocían

  no aumentó rápidamente.
       Durante  los  siglos  XVI,  XVII  y  XVIII,  una  cantidad  considerable  de  adeptos

  alquímicos  estuvieron  viajando  de  un  lugar  a  otro  de  Europa:  aparecían  y

  desaparecían,  aparentemente  según  les  daba  la  gana.  Para  la  tradición  popular,

  aquellos adeptos eran inmortales y se mantenían vivos gracias a la panacea misteriosa,
  que era uno de los objetivos de la aspiración alquímica. Dicen que algunos vivieron

  centenares de años y que solo se alimentaban con aquel elixir, del cual bastaban unas

  cuantas  gotas  para  preservar  la  juventud  durante  largos  períodos  La  existencia  de
  aquellos  hombres  misteriosos  no  se  puede  poner  en  duda,  porque  montones  de

  testigos fiables dan fe de su presencia.

       También se dice que todavía pueden encontrarlos aquellos que se han preparado
  para ponerse en contacto con ellos. Los filósofos enseñaban que «Dios los cría y ellos

  se  juntan»  y  que,  cuando  el  discípulo  desarrollaba  una  virtud  y  una  integridad

  aceptables para los adeptos, se le aparecían y le revelaban las partes de los procesos

  secretos  que  no  se  pueden  descubrir  sin  semejante  ayuda.  Como  decía  un  adepto
  anónimo, «la sabiduría es como una flor de la cual la abeja extrae la miel y la araña,

  veneno, cada una según su propia naturaleza».

       El  lector  ha  de  tener  siempre  presente  que  las  fórmulas  y  los  emblemas  de  la

  alquimia se tienen que tomar fundamentalmente como símbolos alegóricos, porque,
  hasta que se alcance a comprender su importancia esotérica, su interpretación literal

  no tiene ningún valor. En casi todas las fórmulas alquímicas falta, deliberadamente,

  algún elemento, porque —así lo decidieron los filósofos medievales— quienes con su
  inteligencia no sean capaces de descubrir la sustancia o el proceso omitidos no están

  capacitados para que se les confíen los secretos que les permitirían controlar a grandes

  masas de la humanidad y, asimismo, someter a su voluntad a las fuerzas elementales

  de la naturaleza.





  La Tabla de Esmeralda de Hermes



  La más antigua y venerada de todas las fórmulas alquímicas es la sagrada Tabla de
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