Page 678 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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ninguno  se  esfuerza  por  un  bien  que  se  encuentra  en  aquel  lugar  y,  por  lo

       tanto, nadie encuentra aquellas riquezas, porque la manera de llegar hasta allí y
       el lugar en sí han permanecido desconocidos durante mucho tiempo y están

       ocultos para la mayor parte del mundo. No obstante, por difícil y farragoso

       que resulte encontrar la manera de llegar y el lugar en SÍ, habría que buscarlos.

            Sin embargo, no es la voluntad de Dios ocultar nada a los Suyos y, por
       consiguiente,  en  esta  última  era  antes  del  juicio  final,  todas  estas  cosas  se

       manifestarán  a  quienes  las  merezcan:  como  Él  mismo  ha  dicho  (aunque  de

       manera confusa, para no revelarla a los indignos) en un lugar determinado: no

       hay nada encubierto que no se vaya a revelar ni nada oculto que no se vaya a
       conocer.  Por  consiguiente,  nosotros,  impulsados  por  el  Espíritu  de  Dios,

       anunciamos al mundo la voluntad de Dios, como también lo hemos hecho y

       publicado en varias lenguas Sin embargo, la mayoría de las personas injurian o
       condenan nuestro Manifiesto (el Fama y el Confessio Fraternitatis) o, si no,

       renunciando  al  Espíritu  de  Dios  esperan  que  nosotros  les  presentemos  las

       propuestas que contiene, suponiendo que de inmediato les vamos a enseñar a
       fabricar  oro  con  arte  o  a  suministrarles  abundantes  tesoros,  con  los  cuales

       puedan vivir pomposamente a la vista del mundo, caminar con arrogancia y

       entablar  guerras,  volverse  usureros,  glotones  y  borrachos,  vivir

       impúdicamente y mancillar toda su vida con varios pecados más, todo lo cual
       es  contrario  a  la  bendita  voluntad  de  Dios  Estos  hombres  deberían  haber

       aprendido  de  aquellas  diez  vírgenes  (cinco  de  las  cuales,  que  eran  tontas,

       pidieron a las cinco prudentes aceite para sus lámparas) que las cosas no son

       así.
            Conviene que cada uno se esfuerce por conseguir este tesoro con la ayuda

       de Dios y mediante su propia búsqueda y diligencia. Sin embargo, conocemos

       las retorcidas intenciones de estos hombres a través de sus propios escritos,
       por  la  singular  gracia  y  revelación  de  Dios  Nos  tapamos  las  orejas  y  nos

       envolvemos  —por  así  decirlo—  en  nubes  para  no  oír  los  bramidos  ni  los

       alaridos de los que en vano piden oro a gritos y por eso resulta que lanzan

       contra  nosotros  infinitas  calumnias  e  injurias  que  no  nos  ofenden,  porque
       Dios,  llegado  el  momento,  los  juzgará  por  ellas  Pero  cuando  hemos  sabido

       bien  (aunque  vosotros  no  lo  supierais)  y  hemos  visto  también  por  vuestros

       escritos  con  qué  diligencia  y  detenimiento  leéis  las  Sagradas  Escrituras  y

       buscáis el verdadero conocimiento de Dios, también hemos pensado que, por
       encima  de  muchos  miles,  sois  dignos  de  recibir  alguna  respuesta  y  os
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