Page 734 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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XXXVIII
BACON, SHAKSPERE Y LOS ROSACRUCES
Vamos a examinar la controversia entre Bacon, Shakspere y los rosacruces, pero no
con la finalidad vana de desenterrar los huesos de los muertos, sino, más bien, con la
esperanza de que un análisis crítico contribuya al redescubrimiento del conocimiento
perdido para el mundo desde que se silenciaron los oráculos. Fue W. E.C. Wigston
quien llamó al bardo de Avon «el imaginario capitán Shakespeare, la máscara
rosacruz», en una de las afirmaciones más significativas con respecto a la controversia
entre Bacon y Shakspere.
Resulta bastante evidente que William Shakspere no pudo haber producido sin
ayuda los escritos inmortales que llevan su nombre. No poseía la cultura literaria
necesaria, porque en la ciudad de Stratford, donde se crió, no había ninguna escuela
capaz de impartirle las formas superiores de saber que reflejan las obras que se le
atribuyen. Sus padres eran analfabetos y en sus primeros años de vida manifestó un
desprecio absoluto por el estudio. No existen más que seis ejemplos conocidos de la
letra de Shakspere. Todos son firmas y tres de ellos aparecen en su testamento. Por el
método vacilante con que fueron ejecutados aquellos garabatos, se deduce que
Shakspere no estaba acostumbrado a usar la pluma y resulta evidente que copió una
firma que le habían preparado o que guiaron su mano mientras escribía. No se han
hallado los manuscritos autógrafos de sus obras de teatro ni de sus sonetos y ni
siquiera existe una tradición al respecto, aparte de la declaración fantástica e imposible
que aparece en el prólogo del Gran Folio.
Contar con una biblioteca bien surtida sería imprescindible para un autor cuyas
producciones literarias demuestran que está familiarizado con la literatura de todos los
tiempos; sin embargo, no se tiene constancia de que Shakspere poseyese jamás una