Page 785 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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de los principios masculino y femenino, que eran —según dicen— las figuras

       de  los  querubines.  Sin  embargo,  no  lo  hizo  obedeciendo  las  palabras  de  la
       Torá.  Simbolizaban  lo  superior,  lo  espiritual,  el  primero  o  el  creador,  lo

       positivo  o  lo  masculino  y  lo  inferior,  lo  pasivo,  lo  negativo  o  lo  femenino,

       formado o hecho por el primero.



       La masonería llegó al norte de África y a Asia Menor procedente del continente

  perdido  de  la  Atlántida,  pero  no  con  su  nombre  actual,  sino,  más  bien,  con  la
  designación general de culto al sol y al fuego. Los Misterios antiguos no cesaron de

  existir cuando el cristianismo se convirtió en la religión más poderosa del mundo. ¡El

  Gran  Pan  no  murió!  La  masonería  es  la  prueba  de  su  supervivencia.  Los  Misterios
  precristianos  se  limitaron  a  asumir  el  simbolismo  de  la  nueva  fe  y,  mediante  sus

  emblemas y sus alegorías, perpetuaron las mismas verdades que habían pertenecido a

  los sabios desde el comienzo del mundo. Por consiguiente, no hay una explicación
  verdadera de los símbolos cristianos, salvo la que se oculta en la filosofía pagana. Sin

  las misteriosas claves que portaban los hierofantes de los cultos egipcios, brahmanes y

  persas,  no  se  pueden  abrir  las  puertas  de  la  sabiduría.  Consideremos,  pues,  con

  espíritu reverente la alegoría sublime del templo y sus constructores, conscientes de
  que, más allá de su interpretación literal, se oculta un secreto real.

       Según  las  leyendas  talmúdicas,  Salomón  conocía  los  misterios  de  la  Cábala.

  Además, era alquimista y nigromante y podía controlar a los demonios y de ellos y de

  otros habitantes de los mundos invisibles obtuvo buena parte de su sabiduría. En su
  traducción de Las clavículas de Salomón, o sea, el secreto de los secretos, una obra

  que, supuestamente, plantea los secretos mágicos que Salomón había reunido y usaba

  para  conjurar  a  los  espíritus  y  que,  según  Frank  C.  Higgins,  contiene  mucha
  información incidental sobre los rituales de iniciación masónicos, S. L. MacGregor-

  Mathers reconoce la probabilidad de que el rey Salomón fuera un mago en el sentido

  más  amplio  de  la  palabra.  «No  veo  ningún  motivo  para  dudar  —afirma—  de  la

  tradición  que  atribuye  la  autoría  de  la  “clave”  al  rey  Salomón,  porque,  entre  otros,
  Flavio  Josefo,  el  historiador  judío,  menciona  en  especial  las  obras  mágicas  que  se

  atribuyen a tal monarca; así lo confirman muchas tradiciones orientales y su habilidad

  mágica se menciona con frecuencia en Las mil y una noches».

       Con respecto a los poderes sobrenaturales de Salomón, Flavio Josefo escribe lo
  siguiente en el Libro octavo de su Antigüedades de los judíos:



       La  sagacidad  y  la  sabiduría  que  Dios  había  otorgado  a  Salomón  eran  tan
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