Page 800 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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símbolos de los esenios figuran un montón de herramientas de construcción y se
dedicaron en secreto a erigir un templo espiritual y filosófico que sirviera como
morada al Dios vivo.
Al igual que los gnósticos, los esenios eran emanacionistas Uno de sus objetivos
principales era la reinterpretación de la ley mosaica según determinadas claves
espirituales secretas que preservaban desde la época de la fundación de su orden. Por
consiguiente, se entiende que los esenios eran cabalistas y, como varias otras sectas
contemporáneas que prosperaron en Siria, aguardaban la llegada del Mesías
prometido en los primeros escritos bíblicos. Se cree que José y María, los padres de
Jesús, pertenecían a la orden de los esenios. José era muchos años mayor que María.
Según el Protoevangelio, era viudo y tenía hijos grandes y, en el Evangelio del
Pseudo-Mateo, se habla de María como de una niña, más joven que sus propios
nietos. En su infancia, María se dedicaba al Señor y en los escritos apócrifos se
cuentan muchos milagros asociados con su infancia. Cuando tenía doce años, los
sacerdotes se reunieron para decidir el futuro de aquella niña que se había dedicado al
Señor y el sumo sacerdote judío, con el peto puesto, entró en el sanctasanctórum,
donde se le apareció un ángel que le dijo: «Zacarías, ve y convoca a los viudos del
pueblo y deja que cada uno coja un bastón y que ella sea la esposa de aquel a quien el
Señor designe». José se adelantó a recibir a los sacerdotes a la cabeza de los viudos,
recogió los bastones de todos los demás viudos y los dejó al cuidado de los
sacerdotes. El bastón de José era la mitad de largo que los demás y, cuando los
sacerdotes devolvieron los bastones a los viudos, no se acordaron del de José y lo
dejaron en el sanctasanctórum. Cuando todos los demás viudos hubieron recibido su
bastón, los sacerdotes esperaron una señal del cielo, pero no pasó nada. José, debido a
su edad avanzada, no pidió que le devolvieran su bastón, porque para él era
inconcebible que lo eligiesen a él. Sin embargo, se apareció un ángel al sumo
sacerdote y le ordenó devolver el bastón cono que había pasado desapercibido en el
sanctasanctórum. Cuando el sumo sacerdote entregó a José su bastón, una paloma
blanca voló desde su extremo y se apoyó en la cabeza del anciano carpintero, de modo
que le entregaron la niña a él.
El editor de The Sacred Books and Early Literature of the East destaca el espíritu
peculiar con el que se trata la infancia de Jesús en la mayoría de los libros apócrifos
del Nuevo Testamento, sobre todo en uno atribuido al dubitativo Tomás, cuya versión
griega más antigua data de alrededor del año 200: «El Cristo niño se representa casi
como un diablillo, que hacía la vida imposible y destruía a quienes lo fastidiaban».
Aquella obra apócrifa, pensada para inspirar temor y hacer que sus lectores echaran a