Page 808 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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XLII
LA CRUZ Y LA CRUCIFIXIÓN EN EL MISTICISMO PAGANO Y EL
CRISTIANO
Una de las leyendas más interesantes con respecto a la cruz es la que se conserva en
La leyenda dorada, de Jacobo de la Vorágine. Cuenta la historia que, cuando Adán se
dio cuenta de que se acercaba al final de su vida, suplicó a su hijo Set que fuera en
peregrinación al Jardín del Edén y pidiera al ángel que custodiaba la entrada el aceite
de la misericordia que Dios había prometido a la humanidad. Set no sabía llegar, pero
su padre le indicó que quedaba hacia el Este y que no le costaría encontrar el camino,
porque, después de que Eva y él fueran expulsados del Jardín del Señor, no había
vuelto a crecer la hierba en el sendero que sus pies habían hollado.
Siguiendo las indicaciones de su padre, a Set no le costó llegar al Jardín del Edén.
El ángel que custodiaba la entrada lo dejó entrar y, en medio del jardín, Set vio un
árbol enorme, cuyas ramas llegaban hasta el cielo. El árbol tenía forma de cruz y
estaba al borde de un precipicio que descendía hasta las profundidades del Averno.
Las raíces entrelazadas de aquel árbol mantenían prisionero el cuerpo de su hermano
Caín. El ángel no quiso darle el aceite de la misericordia, pero, en cambio, le entregó
tres semillas del árbol de la Vida (algunos dicen que eran del árbol del Conocimiento).
Set regresó con ellas junto a su padre, que se puso tan contento que ya no quiso vivir
más y a los tres días murió; entonces le pusieron las tres semillas en la boca, como
había dicho el ángel. Las semillas se convirtieron en un árbol joven con tres troncos
en uno, que absorbió la sangre de Adán, de modo que la vida de Adán estaba en el
árbol. Noé arrancó aquel árbol de raíz y lo llevó consigo en el arca. Cuando las aguas
bajaron, enterró la cabeza de Adán bajo el monte Calvario y plantó el árbol en la cima
del monte Líbano.