Page 878 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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que hay en su base proceden miles de criaturas humanas que ascienden en

         busca de la verdad y la inmortalidad. Por encima de las nubes que ocultan
         la cima de la montaña está lo que quieren conseguir los seres humanos: la

        verdadera felicidad. Las figuras y los grupos están dispuestos de la siguiente

         manera: 1) la puerta del muro de la vida: 2) el genio o la inteligencia; 3) el

           engaño; 4) las opiniones, los deseos y los placeres; 5) la fortuna; 6) los
           fuertes; 7) la disolución, la lujuria, la insaciabilidad, la adulación; 8) el

               pesar; 9) la tristeza; 10) el sufrimiento; 11) la pena; 12) la ira o la

          desesperación; 13) la casa de la desgracia; 14) el arrepentimiento; 15) la

             opinión verdadera; 16) la opinión falsa; 17) la doctrina falsa; 18) los
        poetas, los oradores, los geómetras, etcétera; 19) la disolución, la lascivia y

         la opinión; 20) el camino de la doctrina verdadera; 21) la continencia y la

         paciencia; 22) la doctrina verdadera; 23) la verdad y la persuasión: 24) la
           ciencia y las virtudes; 25) la felicidad; 26) el máximo (primer) placer del

                      hombre prudente; 27) los holgazanes y los descarriados.







  La preeminencia de un sistema filosófico solo se puede determinar por la excelencia

  de sus productos. Los Misterios han demostrado la superioridad de su cultura al dar al

  mundo mentes de tan abrumadora grandeza, almas de tal visión beatífica y vidas tan
  impecables  que,  incluso  después  de  siglos,  las  enseñanzas  de  aquellos  individuos

  siguen constituyendo los principios espirituales, intelectuales y éticos de la estirpe. Los

  iniciados de las diversas escuelas mistéricas del pasado en verdad forman una cadena

  de oro de superhombres y supermujeres que vinculan el cielo con la tierra. Son los
  eslabones de la «cadena de oro» homérica con la que Zeus se jactaba de poder atar las

  distintas  partes  del  universo  con  la  cumbre  del  Olimpo.  Sin  duda,  los  hijos  de  Isis

  forman  un  linaje  ilustre:  fundadores  de  ciencias  y  filosofías  y  patronos  de  artes  y

  oficios, que, gracias a la trascendencia del poder que les ha concedido la divinidad,
  apoyan las estructuras de las religiones del mundo erigidas para rendirles homenaje.

  Aquellos maestros-iniciados, fundadores de doctrinas que han moldeado las vidas de

  incontables generaciones, dan fe de una cultura espiritual que siempre ha existido y
  siempre existirá como institución divina en el mundo de los hombres.

       Quienes  representan  un  ideal  que  escapa  a  la  comprensión  de  las  masas  deben

  hacer  frente  a  la  persecución  de  la  multitud  irreflexiva,  que  carece  del  idealismo

  divino que inspira el progreso y del raciocinio que separa infaliblemente lo verdadero
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